¿Es el amor suficiente?
Jean Paul Sartre,
filósofo francés, padre del existencialismo sostiene en su obra “Carnets” que existen dos tipos de sexualidad: “el amor necesario y los amores contingentes.”
Y así se lo decía a Simone Beauvoir.
Si, ‘La mujer rota’, la feminista defensora de los
derechos de la mujer; la autora de: “El segundo sexo” el anterior citado y
otros muchos... una intelectual probada tan importante como el mismo Sartre. La
verdad es que entiendo, pero me acojo a la enmienda o teoría lacaniana de que
‘si entiendo es porque no entendí nada.’
Antes de entrar a
lo que quiere decir Sartre con estos tipos de sexualidad y por consiguiente de relación veamos la
acepción del término: Contingencia.
Según la RAE[1]
‘Contingencia’ es "aquello que
puede o no suceder.” Lo fortuito.
Los amores
contingentes, son aquellos amores que existen pues hay atracción intelectual,
emocional y/o física. A pesar de que son amores apasionados y urgentes no
alcanzan el carácter ‘necesario’ que los colocaría como fundamentales.
En el entendido que
los afectos son temporales y se transforman, son amores que viven en el
presente al borde de lo efímero. Sin
embargo, un amor necesario es tal, que como su nombre lo indica, juega una
suerte de determinación en tanto que su carácter primordial señala que lo que
los une es más fuerte que las propias circunstancias, pero esto no implica en
absoluto, el cerrarse a los demás, el pensar en una relación exclusiva y el
compromiso que se plantea supera las convenciones sociales que lo llegan a
considerar “eventual”." Todo lo contrario, Sartre y Beauvoir estaban
seguros que el amor que se profesaban iba más allá de toda prueba.
La historia de amor de estos intelectuales y
defensores de las libertades, obviamente,
sería un amor existencialista como la teoría que los identifica. Un amor
vulnerable, humano, poco convencional e
incomprendido en esa época y aun en nuestros días.
Sartre le propone a Simone una relación libre
de ataduras convencionales. Ambos tenían las libertades de tener otras
relaciones. De hecho, Beauvoir se casa sin dejar de estar con Sartre. Esta
posibilidad de poder vivir la sexualidad con otros seres que les atrajera
intelectual o físicamente no afectaría el lazo afectivo que lo uniera con
antelación a este experimento de vida o relación. Es como si se separara el
amor per se con la pasión, el deseo, la carne.
El amor necesario,
es el verdadero, en el ‘supuesto’ que los otros son solo carnales, pasajeros,
banales... Aquí entran los amores
contingentes... transitorios, que van y vienen; mientras el necesario es
estable a pesar de la distancia; a pesar de las diferencias; a pesar de la no
fidelidad pero si una lealtad a toda prueba. Habría que reinterpretar los
conceptos lealtad y fidelidad que para mí guardan muchas analogías.
Sartre y Simone nunca
se casaron y de hecho, pasaban largas temporadas separados. No obstante todos coinciden que era distancia
física más no emocional- y podemos decir con toda certeza que de manera
individual, cada uno se forjó su merecida fama y por mérito propio. Ambos
lograron su inmortalidad en este plano gracias a sus mentes brillantes.
Lo que si es cierto
es el gran amor que ambos se profesaron, hasta que Sartre, le asesta una espada
con su último amor contingente: Arlette.
Detrás de esa
teoría sartreana de ‘amores contingentes
y amor necesario’ hay una ristra de intereses que circunda al
ser humano: miedo al compromiso afectivo, miedo a agriar con la cotidianidad el
amor, miedo a la soledad, miedo al cese del afecto; y por tanto tirar por la
borda la admiración y el afecto que se profesa una pareja. Esto por un lado.
Pero, por otro lado existía como especie de un reto a la sociedad, un querer
saltarse la barda; romper con las estructuras tradicionales. Debo decir, no
solo que el hombre tenga sus mujeres sino que también a la mujer se le permita
vivir el amor de forma libre, sin etiquetas. De hecho, en cierta forma Simone
Beauvoir fue una mujer de vida licenciosa y luchó por los mismos derechos que
la sociedad les otorgaba a los hombres. Y digo yo que probablemente, Sartre
conspirara para poner a prueba a la imposibilidad y la persistencia del amor en
ellos mismos. Creo que desarrollaron sus teorías en sus propias vidas. Se
explica desde la teoría Kierkaargdiana:
“Qué busca
Kierkegaard en una mujer seducida: dos cosas a la vez, la inspiración que trae
consigo la pasión nunca resuelta ni en la posesión ni en la formalidad del
matrimonio, sino en el deseo y la evasión. Esta inspiración se agota cuando la
pasión se resuelve en matrimonio o cuando la seducida se diluye en su
individualidad emocional y moral, cuando se abandona a sí misma. Cuando el
seductor la agota y no es ya un estímulo para el creador.”[2]
Beauvoir reconoce
que este tipo de relación, no siempre fue fácil, podemos ver a lo largo de sus
novelas -con intensos tintes autobiográficos- que fue un proceso largo pero
totalmente congruente con su filosofía de vida...
Ahora bien, quiero
puntualizar lo que la periodista Mayra Zepeda dice en su artículo[3]
sobre el enfoque del amor contingente desde
la defensa de la poligamia. Expone lo
que el psicólogo estadounidense Christopher Ryan, dice. Entre otras cosas, que los seres humanos
estamos ‘bioprogramados’ para ser polígamos y dice:
“Los humanos
parecen ser los más sexuales de los primates, con penes y testículos más
grandes que cualquiera de los otros primates y con estos últimos fuera del
cuerpo, donde temperaturas más frías ayudan a preservar el esperma para poder
tener múltiples eyaculaciones. La capacidad multiorgásmica de las mujeres y la
llamada vocalización copulatoria femenina también sugieren que estamos hechos para
la poligamia.”
Hay varias cosas
que no entiendo. Yo no entiendo el papel del esposo de Simone si el amor
necesario lo encontraba en Sartre. No entiendo la necesidad de tener otras
relaciones si se amaban tanto. Y mucho menos entendí el acto final de Sartre al
unirse a una jovencita y dejarle su patrimonio intelectual cuando la que se lo
merecía era Simone. Aquí entran en juego esos sentimientos paralelos donde se
debaten los egos, el rencor, el resentimiento y el perdón. El amor es el amor y
su mejor definición reside en la Biblia. Todo lo demás son grandes insensateces
en esta y otras historias de ‘supuesto’ amor. Que no niego que haya existido
porque superó la prueba de los años; pero como dije antes fueron espejos
antitéticos donde gana la partida, a mi entender, el ego. Es que dos líneas
paralelas nunca se empalman. Agradecemos de todas formas las hipótesis que de
aquí se derivan en relación al tema de ese ‘amor’ fortuito o contingente.
Si...
definitivamente, todos esos supuestos amores son contingentes y/o necesarios en
tanto que existen en el ahora. Si lo necesario se transformara en
imprescindible, en ‘para toda la vida’ pienso yo, debería llegar a ser un amor
monógamo... un verdadero gran amor.
Único e
insustituible. Creo en la fidelidad, en la devoción cuasi experiencia religiosa
a un amor verdadero, necesario y complementario, de doble sentido, donde
receptor y emisor se roten en esos roles. Estas dos celebridades no vivieron a pesar de tanta pasión, poesía,
tanta admiración y tanta filosofía una feliz historia de amor. Y yo insisto que,
cuando se ama, se compromete todo... hasta la vida y la muerte, en fin, que el
amor nunca fue suficiente.
Fuente:
Kierkaargard, S. “El diario de un seductor”.
Guevara, Tania. Articulo... “De Beauvoir o de
amores contingentes”: https://gradoceroprensa.wordpress.com/2015/04/15/de-beauvoir-o-de-amores-contingentes/
Marina, José Antonio. "Palabras de amor"...
Zepeda,
Mayra. “La poligamia: El amor entre Jean Paul Sartre y Simone Beauvoir.”
https://www.animalpolitico.com/blogueros-lovaholicos-anonimos/2011/10/08/la-poligamia-el-amor-entre-sartre-y-simone-de-beauvoir/
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