POEM ARTE Diario de una poeta anunciada: Rosa Esther Lamarche

 

    Obra de Rosa Esther Lamarche.

“Mientras siento la textura del olvido el aroma de tu ausencia recorre mi cuerpo.” Rosa Esther Lamarche.

 

La relación obra y lector  se puede comparar a las relaciones personales...Lo he dicho tanto. Entre ambos debe existir ese ‘j’ ne se pas’, ese clic, ese flechazo[1], esa química, ese rayo fulminante que permita que ambos se acerquen, comulguen y se conecten.  Sin conexión no hay posibilidad de fundirse  uno y otro digo yo.  A mí me engancha el misterio inmanente de cada sentido escondido en los silencios insinuados. Allí reside realmente la magia.

Dice Octavio Paz en su magnífico ensayo que para mí es como una biblia literaria[2]: “Las diferencias entre el idioma hablado o escrito y los otros —plásticos o musicales— son muy profundas, pero no tanto que nos hagan olvidar que todos son, esencialmente, lenguaje: sistemas expresivos dotados de poder significativo y comunicativo. Pintores, músicos, arquitectos, escultores y demás artistas no usan como materiales de composición elementos radicalmente distintos de los que emplea el poeta. Sus lenguajes son diferentes, pero son lenguaje.”  

Con ese pensamiento abordo una obra que me impacta y me invita a escribir sobre ella. Ella como lenguaje: Ella como metáfora, como alegoría,  como antítesis; y ella como arte, artista y suma de ambos. Los invito a ingresar a la magia de este libro inédito sin título definitivo;  donde la literatura y  el arte plástico se funden en un solo signo, imagen, retórica: donde los sentidos rinden tributo a la memoria. PoemArte es eso: síntesis y simbiosis de la obra pictórica de Rosa Esther vaciada en letras. En una y en otra se correlaciona el discurso de la autora. Lo importante es el lenguaje, lo que comunica, lo que grita, lo que sugiere, lo que calla. Y lo que comunica su lenguaje es un discurso coherente y juicioso, sensorial y nostálgico, filosófico y social. Verso e imagen, obra y letras...de poema en poema, de trazo en trazo: el lenguaje como dicotomía excelsa del arte que hay en Lamarche.

La obra puede ser literaria, musical,  o visual (teatro-cine- arte plástico). El arte es arte en cualquiera de sus manifestaciones. Y como dice nuestro admirado director del Orfeón de Santiago, el párroco César Hilario[3] con respecto a la música: “hay música buena y música mala, no importa si es vieja o nueva” y yo agrego, el arte es bueno o malo. Y de esto sabe muy bien Rosa Esther Lamarche que se autodefine como: “Tejedora incansable de colores y sueños.” y una artista visual que plasma sensorialmente su discurso poético como cito en el exordio:

“Mientras siento la textura del olvido el aroma de tu ausencia recorre mi cuerpo.”

Recuerden que hablo de la empatía entre una pieza de arte y el que mira... de nuevo, reitero, Einstein no se equivocó cuando afirmó que “la belleza es mirada.” Depende de los ojos que miren la obra para calificarla. Depende de las herramientas que tienen el ejecutante y el observador para esa calificación. Para deleitarse en los amaneceres de Monet hay que conocer del impresionismo o al menos tener esa sensibilidad desarrollada de forma innata pero no es la generalidad. Para entender el expresionismo abstracto por igual y deleitarse con Kandinsky. O el surrealismo de Breton, de Kahlo o en literatura el simbolismo de los poetas malditos (Verlaine, Rimbaud, Mallarme, Baudelaire).

Todo este introito es para destacar la grata sorpresa  de ofrecer con orgullo y con denominación de origen, como las buenas uvas de un viñedo cuidado, la ópera prima de mi amiga personal que ha dedicado gran parte de su vida al arte visual y traspaló su amor al arte, su natural creatividad, su intelectualidad y background, sus angustias y su simbología surrealista del lienzo al papel; del color al poema, del pincel a la metáfora.

Rosa Esther Lamarche es la típica amante del conversatorio cultural. Una mujer culta, buscadora, lectora, intuitiva pero racional, fuerte y débil, libre y presa de todas las voces que la pueblan.

Hay en ella y lo puedo documentar con los versos de este libro un anhelo de construir en lo literario su plástica vivencial, su memoria espacial y psicosocial  (algunas de sus obras las podrán disfrutar aquí y comparar); de salpicar de color y simbología su realidad y utopía... de llevar su arte a las letras. Este, sin lugar a dudas, es un lazo que nos une. Me refiero al proceso de crear desde el color hasta dar forma a su discurso poético.

Desde la intelectual que escribe presenta los temas existenciales que a todos nos preocupan: el ser y estar,  los miedos, la humanidad y sus desatinos; la ciudad y la injusticia social (camino a la transhumanización). En fin, la muerte y la vida. El amor, y el desamor, el arte, los sueños... la felicidad y el dolor.

Rosa Esther es una artista completa y lista para dejar su impronta en los anaqueles de las bibliotecas de cada casa, de la ciudad y del mundo. Traslada sus autorretratos fantásticos a rotundos versos plagados de sensorialidad, profundidad y contundencia.

No me equivoco cuando afirmo que su libro es el ‘Diario de una poeta anunciada’. Advertida en sus obras de arte, en los azules de sus lienzos; en sus autorretratos, en su sensibilidad para captar desde la óptica surrealista el amor, el desamor, la esperanza y la duda, en fin, el dolor humano.

El amor, la materia prima de todos los poetas, brilla en este libro que es una promesa de best seller cuando Rosa Esther  escribe de la mano del mito y la razón,  dice:

“El poema transita entre su pecho y cabeza. 

entre el amor y el desamor.

Entre suspiros y espejos.”

(...)

Un poema llora a la orilla del mar

convertido en medusa.”

 

Otros ejemplos de este mismo tema:

“Este amor de emergencia

con sabor a naranja y suspiros

con olor a peligro

parpadea lleno de promesas”

 

Y el desamor se pasea, como contracara de la moneda, y cito: “Un poema llora a la orilla del mar

convertido en medusa.” 

En la poética de Lamarche todo lector puede notar su cualidad plástica. En este libro también se puede leer sobre sus preocupaciones existenciales, de hecho construye varios poemas dedicados a toda la humanidad, a la isla misma como personaje, al ser humano. Ejemplos de uno y de otro en los siguientes versos: 

“Viajé sin boleto de vuelta

y sin ensayos.

La vida pende de un hilo

como una cometa que surca el cielo.”

(...) 

¡Oh pedazo de humanidad quebrada como rama seca y helada!

 (...)

“La humanidad es un niño escuálido

y moribundo. (...)

 

“Miran con aburrimiento los gases 

que fabrican  los padres con poder

y comen dinero a secas. (...)

Son dueños de todo lo que tocan

 Y se transforman en oro sin alma.”

 Se lee la angustia existencial trabajada con pinceladas finas y precisas pero también la pasión, el eros, (1) que son la fuerza interna la sensualidad la razón mayor que impulsa a crear a esta poeta esperada y anunciada. La esperanza y la utopía complementan toda su marca (2):        

               

1.- “Estás al doblar de mis ganas y de mi libertad

      como candela atizando un cuerpo ardiente

      que sueña a ser leña seca.”

 

“Huye y se esfuma como la bruma

en un aguacero.

Pero siempre vuelve

como la ola.”

 

(2).-“En mi isla las promesas parecen huracanes de fuego

que se apagan con el agua y el tiempo.

En mi isla

cada rostro estrena una sonrisa de ojos tristes

palabras de roca y cadencia de olas

que muerde la desesperanza.”

Y luego que construye versos libres nos deja ejemplos de que la capacidad nace del conocimiento. Escribe un par de décimas espinelas que confirman su compromiso con la calidad y los estudios; y hacia el final  cierra con broche de oro cuando ofrece un homenaje póstumo a nuestro amigo común, el  inagotable, como yo lo llamé en su libro de entrevistas o conversaciones entre escritores que se editó en la vecina isla de Puerto Rico... me refiero al inagotable e inolvidable referente del romanticismo moderno René Rodríguez Soriano, eterno a pesar de su partida. Algunos versos de este poema titulado Eternidad a continuación:

“Qué delirio contemplar el espejo

repleto de sonidos, peces y mandarinas.

Comprobar que en un libro,

un dibujo

o un recuerdo

se puede habitar

eternamente.”
“Que la nada tiene otra orilla

Y la lluvia al secarse

deja su huella sobre el cristal.”

 Los escritores tendemos a tachar  o etiquetar nuestros primeros intentos publicados  como ‘pifias’, gracias a la inexperiencia se nos van errores de estilo y corrección; pero este no es el caso del primer libro de Rosa Esther Lamarche. Luego de leer y releer varias veces, cada uno de sus poemas, de sus versos, y de transitar por todo el fondo aquí atesorado, concluyo que tiene calidad, fuerza y peso específico.

En fin, que leer los versos de Rosa Esther Lamarche, es como beber lenta y pausadamente un sorbo de cualquier merlot de buena cosecha. Tenemos en esta autora a una artista que pinta en óleo sus letras  y las escurre en sus lienzos llenos de simbología, mitos y un  profundo compromiso con la excelencia. Con este libro queda demostrada la calidad poética de la artista ya consumada en su pintura surrealista vuelta verso y letra, metáfora y tinta. 

Ficha bibliográfica.

Rosa Esther Lamarche.

Nace en Santo Domingo, República Dominicana. Realizó estudios de dibujo y pintura en la escuela del maestro Cándido Bidó, donde entra en contacto con artistas consagrados como Guillo Pérez, Martín Santos, Fabré Saillent, Miguel Gómez y Manuel Traboux. Ha realizado estudios de Psicología Clínica en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y de Maestría en Terapia Sexual y Marital en UNAPEC. Fue docente en la UASD, APEC, UTESA. Actualmente es directora académica del Instituto de Servicios Psicosociales y Educativos (ISPE). Realiza su primera exposición individual titulada “Rosa D/Lirio’ en los espacios expositivos (5to.piso) del centro comercial Blue Mall.”, en marzo del año 2013. Ha expuesto su obra visual en la ciudad de New York y otros estados de la unión americana. En cuanto a la literatura incursiona en el poema  y prepara  PoemArte que es su ópera prima donde el arte visual y las letras se funden en un texto para la historia. Sale en los primeros meses del 2021.

 



[1] Kafka dice: ‘ese golpe en la cabeza’.

[2] Paz, Octavio. El arco y la lira. Alianza Editorial. 1990.

[3] Cesar A. Augusto Hilario Brito. Estudia música en Roma paralelo a su misión sacerdotal.

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