Lo vacío de la nada
prende efusión artificial de mil estampas. Es que de cuando en vez dejo en el
tintero la angustia vestida y alborotada de negro; con la recurrente excusa de
–dos copas de vino tinto ¡quizás cuatro! Para conjugar el verbo que no es amar
sino el que –ya sabe.
Ante una membrana
aterida de exiguo afecto a los roces vagos o de breve espacio de tiempo.
Soy hembra de lapsos de
amores viejos y brincar las tablitas a escondidas con siete velos que me
arropen, sin ser musulmana, no es mi estilo.
La soledad amanece
borracha de orgasmos de plenilunios.
En mutación pródiga de
sangre y carne…
nada de lo espiritual
cuenta
sólo aullar como loba en
celo,
so pena descubrir las
caretas
y el deseo encajado en
la garganta muda,
mientras que los colmillos penetran hasta el pensamiento.
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