“Espíritus libres” La libertad creadora y Nietzsche.



“¿Cuál es el signo de que se ha adquirido la libertad? …No avergonzarse ya de uno mismo.”  F. Nietzsche
Por Eli Quezada.
Es cierto que la libertad es el estado natural de los hombres y las mujeres,  pero están condenados a vivir presos en alguien, como dice Luís Cernuda:  
Y yo digo que por alguien o por algo: dogma, idea, doctrina, en fin… que nos pasamos la vida pregonando una libertad que no vivimos; o que muy pocos: “espíritus libres” como los llamó F. Nietzsche, viven. Y, falsamente, son llamados locos, excéntricos, geniales, creadores.
La verdad es que la libertad  viene de la mano de cierta angustia, y de eso sabía a la perfección Kierkergaard. Sabía de ese vértigo por el miedo a la soledad, a la toma de decisiones, a encontrarse retratados en el espejo, porque es lo único que se refleja en soledad; y tener que lidiar consigo-mismo y las eternas preguntas del: ¿Quién soy yo? ¿Adónde voy? ¿De dónde vengo?... La libertad como el “libre albedrio” requiere de la condición de discriminar, de escoger un camino u otro. Requiere tomar partido por algo o alguien. Para elegir debemos tener ideas claras, precisas… al menos de nosotros mismos, lo que nos satisface y lo que no. 
O, por el contrario, como propone la escritora madrileña Rosa Montero, autora de “Amantes y enemigos” (Premio Alfaguara 1998):
“supongamos que la locura es el estado primigenio del ser humano. Que Adán y Eva vivían en la locura, que es la libertad y la creatividad total, la exuberancia imaginativa, la plasticidad. En fin, que es la inmortalidad, porque carece de límites. Esa inmortalidad, o sea…esa libertad que perdimos al perder el paraíso fue la capacidad de contemplar esa enormidad sin destruirnos”. 
 Y yo digo, la forma perfecta de tratar de acercarnos a lo trascendente, lo divino, como Rilke declara en uno de sus poemas:
 “Si desde la estrella, ahora, llegara el ángel imponente; y descendiera hasta aquí, los golpes de mi corazón me abatiría.”
Y sigue diciendo en su novela “La Loca de la casa” y cito: “Rilke sabía que los humanos estamos incapacitados para ver la belleza (lo absoluto) cara a cara”- Y concluye la escritora: “El castigo divino fue caer en el encierro de nuestro propio yo, en la racionalidad manejable pero empobrecida y efímera.”
“Y ese paraíso que sólo los enajenados logran visitar y conocer  es el mismo que “los espíritus libres” conocen. Y es paraíso e infierno, gloria y destierro, alfa y omega de todo proceso creativo. Muchos seres humanos quieren evadirse de la realidad por medio de drogas y alcohol dice Montero para “escapar de la cárcel de lo cultural y echarle una ojeada al paraíso”.
Existen caminos de luz y caminos de sombra para la consecución de un mismo fin, en este caso, la libertad; Para alcanzar esos estados propongo el camino de la contemplación, la oración, los “estados de gracia” que emanan de  la práctica incesante de ese arte que llevas en la sangre, etc. Pinta, dibuja, baila, canta, escribe… esculpe, dramatiza. Entrégate a los dioses y sé su instrumento. No hay nada más rico que ser preso del arte.
De modo que, de cierta forma, estamos condenados a vivir presos y la libertad se gana como se ganan las guerras, con pequeñas batallas. Primero con nosotros mismos, luego con los otros.
Cuando se habla de libertad, de “espíritus libres” es imprescindible la teoría de  Nietzsche, que a mi me seduce porque son visionarias de una humanidad que fue matando los grandes discursos o como dijo Jean F. Lyotard, “narrativas maestras” en aras de una modernidad donde el hombre se autoproclamó centro de todo. No obstante él entiende que la edad de alzarse, si se quiere, a por el gusto por la libertad es la juventud. Y en su famoso discurso, “De humanos, demasiado humano”, dice: “El hombre en cuanto humano subvierte todos los valores buscando lo oculto, lo negado, lo prohibido”.
Y afirma categóricamente en este ensayo que: “Para los hombres de tal suerte encadenados, el gran desasimiento se opera súbitamente, como un terremoto: el alma joven es de repente sacudida, desprendida, arrancada, ella misma no entiende lo que sucede.” Continua diciendo: “Un impulso y embate la domina y se apodera de ella imperiosamente; se despiertan una voluntad y un ansia de irse; a cualquier parte, a toda costa; flamea y azoga en todos sus sentidos una vehemente y peligrosa curiosidad por un mundo ignoto.”
Ahora bien: ¿Estamos todos preparados para vivir en libertad? Sea o no la figura de Dios una “proyección del hombre” como dijera Feuerbach, lo cierto es que el hombre ha demostrado necesitar utopías, misterios, un Dios o la idea de un ser supremo en quien confiar.
Un sujeto: hombre o mujer que sea libre es y tiene que ser responsable consigo mismo y con la sociedad… (Que no quiere decir que la persona actúe de forma robótica frente a preceptos del establishment que no lo convencen)… Su prioridad siempre será su valoración personal de las cosas. La conciencia de estos no es intercambiable ni comprable… no está expuesta en puestos mercantiles a disposición de regímenes, gobiernos ni grupos religiosos. No obstante debe primar el respeto hacia el otro. Valores solidarios  y de supervivencia de la especie son esenciales para una vida en comunidad sana. Aunque a un ‘”Espíritu libre” le cuesta adaptarse a ciertas normas “políticamente correctas”, debe entender que, cuando sale a la selva-humana debe respetar los rangos y hacer como un camaleón para subsistir: cambiar de piel.
Para educar en libertad, hay que respetar a nuestros hijos, a nuestros munícipes, a todos los que dependen de nosotros. Hay que olvidar esas formas autócratas y medievales de imponer veto: Nietzsche es claro, y reitero – visionario cual profeta del hombre post-moderno- cuando dice de los jóvenes, (y pienso que nos define a  todos). Dice: “Es por arbitrio y gusto por el arbitrio por lo que acaso dispensa entonces su favor a lo hasta tal momento desacreditado, por lo que, curioso e indagador, merodea alrededor de lo más prohibido.” Las imposiciones son como miel pura para realizar justamente lo contrario. Todo lo prohibido nos atrae, o acaso este no fue, “el inicio del pecado”… “No tocarán el árbol del bien y del mal” Y ¡saz! Comieron de la manzana prohibida.
La convivencia humana se basa en el respecto que tengo yo y que tiene el otro de elegir en libertad, sin trabas, sin coerciones, sin castigos, sin cadenas. Ejercer en libertad es respetar al otro. Puedo ser libre y respetuosa del prójimo… el problema reside cuando la gente quiere vivir-controlar su vida y la de los demás. ¡Qué vida más cautiva!, ¿no?
Yo siempre me supuse espíritu libre. Un espíritu contracorriente… que se ríe de sí misma sin avergonzarse. Que disfruta de la cordura junto a cierta locura creativa.



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