Aires para decir adiós (Sinfonía al viento contracorriente)



                                                   
   Como esa cuerda de violín que se deshace en cada nota. 
Como esa lluvia fría que insiste y abraza el viento inexorable, que pasa de prisa. 
Como ese soplo de aire que te acaricia sutil la piel y te hace ocultar el rubor cuando ya no hay miradas: ni comunes ni abstractas. Cuando las analogías se fueron de camping.
Como el otoño mágico que no resiste el peso del final, de las caretas celtas con nombre de Halloween; o como la cena de los doce con un Judas a la izquierda.
Como acción de gracias sucumbiendo al -a quien no le dan pan que no coma-... ha llegado la hora del examen de vida: 
¡Bueno o malo!... ya no importa.
Hacia el final…  los finales… la rendición de cuentas.  
Sólo queda la satisfacción o la culpa.



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