Relevancia de la poética de Walt Whitman en América.



Poesía de América... Él es América
 Ezra Pound


Walt Whitman nació en Long Island, el treinta y uno de mayo de mil ochocientos diecinueve, de padre inglés y madre holandesa, cuyos antepasados habían llegado a América en la primera mitad del siglo diecisiete. Su padre, carpintero, fracasando en un intento por hacerse granjero, se mudó de West Hills a Brooklyn. Luego de cinco años de escuela primaria fue enviado a una imprenta para que aprendiera el negocio de impresor y en mil ochocientos treinta y cinco comenzó a trabajar en el oficio. Un año después se hizo maestro y de allí en adelante, editor; maestro y columnista.

Por un tiempo vivió en New Orleans y luego regresó a New York a través del Mississipi y la región de los Grandes Lagos. Allí dirigió una imprenta, construyó casas y especuló en negocios de bienes raíces. Pasó gran parte de su juventud recorriendo los teatros y la ópera en New York y Long Island, asistiendo al teatro para ver representaciones de Shakespeare, decía, que sin esto no habría podido escribir Hojas de hierba.  Y es que la fascinación por el Midtown de Manhattan, el Teatro Colón, donde se instaló la academia de música, o el Central Park, por no decir Union Square o donde se erige el hoy Timesquare, preñado de luces y de salas de representaciones teatrales, de ballet, de ópera, de música de cámara, de presentaciones poéticas, que compiten en la selección de los visitantes. La gente haciendo filas larguísimas en el Broadway de hoy, porque vienen del otro lado del mundo a presenciarlas. También de  todos lados del mismo territorio norteamericano. La verdad que ese es el New York que Whitman amó, que amamos.    

Animado por una carta personal de felicitación que le envió el ensayista y poeta Ralph Waldo Emerson, Whitman se apresuró a preparar una nueva edición de Hojas de hierba (1856), que contenía numerosas revisiones y añadidos, y que fue la primera de una serie de reediciones retocadas que el poeta iría realizando a lo largo de su vida. El poema más significativo de esta edición de 1856 es -“En el transbordador de Brooklyn”-, en el cual el autor reúne a todos sus lectores del pasado y el futuro a bordo de un transbordador marítimo. En la tercera edición del libro (1860), se empiezan a encontrar poemas más alegóricos. Así, en -“La cuna que se mece sin fin”-, un poema cuya musicalidad está tomada de la ópera italiana, de la que era un devoto conocedor, un pájaro, la voz de la naturaleza, revela a un niño -el futuro poeta- el significado de la muerte.

Entre sus lecturas   preferidas se encuentra Tom Paine, y Elias Hicks  desarrollando un fuerte sentido racionalista y liberal, bien cercano al anarquismo. Para este entonces su mirada era rebelde, retadora y revolucionaria. Amaba con pasión la obra de Homero, la Biblia, Shakespeare, Coleridge, Dickens. Whitman vivió una vida ruidosa que desembocó en su poema “Calamus”, que refieren la crisis vivida tras un fracaso amoroso con un joven. Sus años mozos o plenitud de su juventud lo coronó entre excesos en el sexo, en la bebida y comida. Fueron los años  entre mil ochocientos cincuenta y siete y el cincuenta y nueve:.
        Liberación sexual y amor por la tierra son un mismo futuro en los textos de Whitman:

Instinto… instinto… instinto

el instinto siempre procreando el mundo.

El sexo siempre,
siempre una malla de identidades y diferencias
y la preñez y el parto siempre.
Para mí los machos y las hembras
para mí los adolescentes que luego amarán a las mujeres
para mí el hombre altivo que se encabrita ante el desprecio
para mí la novia
y la novicia.
Soy el poeta del cuerpo
y el poeta del alma.
Los placeres del cielo son míos
y los tormentos del infierno también.
Los placeres los injerto y los prolongo en mi mismo
y los tormentos, los traduzco a una nueva lengua.
Los detractores lo acusan de ser:
« (…) un poeta intelectual, profundamente herético. Tuvo también su lado neurótico, circunspecto, homosexual, autoritario, bohemio, lascivo, indolente. Lo cual equivale a decir que las actitudes de Whitman no eran exclusivamente teatrales, sino que tenían su raíz en una profunda inadaptación al ambiente en que vivió…»

Y yo me pregunto y les ruego reflexionen sobre la siguiente pregunta.

¿Qué artista en su condición de ser “artista”: perceptivo y reflexivo, se siente adaptado a vivir las injusticias que pueblan este mundo?

Mi respuesta es que no conozco ninguno, de ninguna disciplina que se sienta, todo el tiempo por no decir, toda la vida, adaptado al medio ambiente, cualquiera que fuere. Que existe en los creadores, y en muchos hombres y mujeres diversas etapas donde la realidad diaria sucumbe al idealismo existencial y los desgasta; en muchos casos dejando estragos de un nihilismo experimental e  inadaptación.

En los poemas de Walt Whitman se puede apreciar un gran amor y apego a la tierra, al ambientes; en lo social, a las luchas, contradicciones, muerte y belleza de norteamérica.  Se ha dicho, incluso, que Edgar Allan Poe pudo haber escrito sin vivir en los Estados Unidos. No así Whitman cuando dice:
Yo Tranquilo


Yo tranquilo, serenamente plantado ante la naturaleza,

amo de todo, o señora… de todo, sereno en medio de las cosas irracionales.
Imbuido como ellas, pasivo, receptivo y silencioso como ellas,
conocedor de que mi ocupación, mi pobreza, mi notoriedad y                                            mis debilidades son menos importantes de cuanto creía,
hacia el mar Mexicano, en el Manhattan o en el Tennessee o lejos, en el norte o tierra adentro, un hombre de río o un hombre de montes o de granjas de estos estados, ribereño del mar o los lagos de Canadá,
Yo, dondequiera que viva mi vida, quiero hacer frente a las contingencias
y encarar la noche, las tormentas, el hambre, el ridículo, los accidentes y los rechazos como lo hace el animal.
Al estallar la Guerra Civil Whitman ya contaba con cuarenta años, una mirada bondadosa, un carácter algo domado y una cabeza  cubierta de canas. Profundamente impresionado por la crueldad de la guerra, trabajó como enfermero civil. Cuando la contienda concluyó, ocupó un cargo gubernamental, puesto al que tuvo que renunciar en 1873 porque el Secretario de Estado consideraba que Hojas de hierba era indecente.

El aspecto humano y solidario se concretaba además de ser enfermero cuando visitaba a los enfermos mentales o mutilados que había conocido durante las batallas.

         Sólo a finales de los sesentas Whitman comenzó a ser reconocido como un poeta de importancia, especialmente en Inglaterra. Queda paralítico a causa de un infarto a finales de los sesentas, y vivía en New Jersey-. Parece que logró ver lo que había ambicionado: sus poemas eran leídos y repetidos no sólo en su país sino en el extranjero, y aunque inválido y enfermo, lejos del New York de su juventud -que terminó calificando como el sitio más estéril de la tierra- (cambio de mirada) , las visitas de personajes famosos, de poetas de prestigio continental, los asedios de los pintores, sus paseos en coche o en bote, han debido aliviarle los muchos sufrimientos por los que pasó durante sus años de oscuridad y anonimato.

         “Canto a mí mismo” es el conjunto de poemas más memorable de Whitman, es decir, son el Whitman que hoy reconocemos como uno de los poetas singulares del siglo diecinueve y el único de su clase en los Estados Unidos.




Canto a mí mismo


Quédate conmigo hoy,

vive conmigo un día y una noche

y te mostraré el origen de todos los poemas.
Tendrás entonces todo cuanto de grande hay en la tierra y en el sol
y nada tomarás ya de segunda o tercera mano,
ni mirarás más por los ojos de los muertos,
ni te nutrirás con el espectro de los libros.
Tampoco contemplarás el mundo con mis ojos
ni tocarás las cosas con mis manos.
Aprenderás a escuchar en todas direcciones
y dejarás que la esencia del Universo se filtre por tu ser.
Whitman terminó por escandalizar, no a causa de su extensa prosa en verso, sino porque lo que veían a su alrededor, muchos de sus coetáneos, era un mundo de cartón piedra levantado sobre los muertos que habían creído en un mundo donde parecía posible la vida con sólo trabajar, con vender diariamente el fruto de un trabajo.

         En una época de sumisión a una estética plegada a los intereses del mercado, Whitman no sólo rechazó el metro y la rima sino que repudió los asuntos de la poesía elegante y convencional que idealizaba los sueños de grandeza de los banqueros e industriales. Sin ser un poema realista, “Canto a mí mismo”, recordando experiencias y empleando, insistente, giros prosaicos, da la sensación de estar en contacto con los seres, los sucesos, e incorpora a la poesía un tipo de ciudad cuyo ritmo era producto de un desarrollo que no habían conocido ni el París de Baudelaire ni el Londres de Dickens:


El parloteo en la calzada, el ruido de las ruedas de los carruajes,

el barrizal formado por las pisadas, las charla de los paseantes,

el ómnibus, el cochero con el alquila levantado,
el ruido metálico de las herraduras de los caballos sobre el piso de granito
Durante esos sus últimos años, también escribió obras en prosa de gran calidad, como los ensayos Perspectivas democráticas (1871), que se consideran en la actualidad una exposición clásica de la teoría de la democracia y sus posibilidades. Días ejemplares (1882-1883);
Por otro lado, contiene antiguos textos sobre la guerra de Secesión y el asesinato del presidente Lincoln, y notas sobre la naturaleza, escritas durante su vejez. Y en verdad, su influencia ha sido enorme: Ezra Pound, Thomas S. Eliot, Pablo Neruda, Federico García Lorca, Allen Ginsberg… Jorge Luis Borges.
Póstumamente, en 1897, apareció un nuevo ciclo de poemas, -“Ecos de la vejez”, que entró a formar parte de la versión definitiva de Hojas de hierba, editada en 1965 por Blodgett y Bradley y traducida al español por el escritor argentino Jorge Luis Borges, en 1972.



Me celebro y me canto a mí mismo.

Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tú
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.
Vago... e invito a vagar a mi alma.
Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra
para ver cómo crece la hierba del estío.
Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí,
de esta tierra y de estos vientos.
Me engendraron padres que nacieron aquí,
de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí,
de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también.
Tengo treinta y siete años. Mi salud es perfecta.
Y con mi aliento puro
comienzo a cantar hoy
y no terminaré mi canto hasta que muera.
Que se callen ahora las escuelas y los credos.
Atrás. A su sitio.
Sé cuál es su misión y no la olvidaré;
que nadie la olvide.
Pero ahora yo ofrezco mi pecho lo mismo al bien que al mal,
dejo hablar a todos sin restricción,
y abro de para en par las puertas a la energía original de la naturaleza
desenfrenada. (Versión de León Felipe)

Comentarios

Eli Quezada ha dicho que…
Comentaban la primera vez que coloqué este artículo en mi muro de facebook:

Vicente Torres: Eli, no cabe duda que nuestro apreciado Whitman fue uno de esos poetas arrebatados y beligerantes contra aquello que él creía sofocante de la libertad en su época. Hay diferentes tipos de poetas, como hay tantos caracteres y necesidades de expresión en el ser humano. A Whitman yo le admiro su capacidad vital para enfrentarse, como tú lo mencionas en tu excelente ensayo sobre su vida y obra, a lo que él consideraba freno a la vitalidad y la libre elección del hombre. Muchos comulgaremos con algunos ideales suyos, pero seguramente con otros no. Gracias por traerme la presencia de este gran poeta. Un abrazo, querida amiga.
24 de noviembre de 2011 a la(s) 23:04 ·

Y

Ramón Saba Escritor Lo intenso de la poética de Whitman ("vive conmigo un día y una noche y te mostraré el origen de todos los poemas"), su exhaltación a la belleza desde la óptica social ("Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí, de esta tierra y de estos vientos") y su grito libertario sin atavismos ("y nada tomarás ya de segunda o tercera mano, ni mirarás más por los ojos de los muertos") hacen de este norteamericano uno de los grandes exponentes de las letras de América. Gracias Eli por hacerlo tuyo también.
25 de noviembre de 2011 a la(s) 2:06

Gracias eternas por sus lecturas.