Voyeurista en el tejado

Por: Carlos Martínez Márquez
¿Creemos acaso, que la parafilia es solo una conducta que nos hace contemplar las personas desnudas o realizando una labor de excitación detrás de los dinteles? -Bien lo decía, Jorge de Bravo ‘’un millón de niñitos se nos muere de hambre y un silencio se duerme contemplándolos’’. Debajo de nuestra piel existen dos mundos que luchan y pelean incesantemente por la inmortalidad de la existencia: El (ADN) imperialista que promueve en su dermis- la pobreza y el otro la epidermis- que alimenta de energías, la opulencia de los desalmados.Sobre el tejado se observa el felino hambriento, que con garras de garfio, lucha por devorar la trampa, que ha de ser propiedad de algún roedor, cuyo cerebro no le alcanza para anticipar el peligro de su extinción,luego de ser llevado al patíbulo, para finiquitar con el sufrimiento.
El voyeurista hambriento, no interactúa con su presa, solo la observa…creando así, la excitación intestina, como plataforma a la conquista permanente de su pobre condición; una vez, éste alcance el clímax provocado por la desnudez de la miseria, entonces sacia sus órganos, de proteínas que invalidarán y fagocitarán su existencia con el transcurrir del reloj vital. La actitud del voyeurista o parafílico, podría cuasi compararla como aquel ‘’centauro mitológico’’,
que no define la bondad de su rostro, tras el manto de la oscuridad, que azota a manera de vilipendio, con los placeres que exhibe el poder… la desnudez impúdica, provocándole a la pobreza una virtual excitación de deseos que desgarra su piel por la ausencia de una divina providencia que, muchas veces, no alcanza para escuchar el clamor en el desierto de la desolación y la erosión de la esperanza, que se desvanece por el llanto, que casi escasea desde el surco de sus dilatadas pupilas, proyectando la inequidad de ese mundo implacable ante el dolor y la agonía que priva a todo ser humano de su independencia y libertad. El hambre es alienígena porque somos incapaces de erradicarla y el mundo carece de voluntad y deseo carnal de mitigarla a toda costa. Somos egocentristas.

Comentarios

Eli Quezada ha dicho que…
Me parece un texto conmovedor, humano, que se mece en la pobre realidad que nos ocupa a todos. ¿Quién diría que en pleno siglo xxi todavía se hablaría de esas grandes miserias de la edad media, por ejemplo?...