Acercándonos al pensamiento de William Faulkner

A través de la entrevista que le concede a J. Stein, periodista de "El Europeo" en el año 1953. Pregunta.- ¿Cuándo empezó a escribir?


Respuesta.- Vivía en Nueva Orleáns y hacia trabajillos para ganar unos pesos. Un día conocí a Sherwood Anderson y me hice su amigo. Tomamos la costumbre de pasear por la ciudad de todos los mediodías y de sentarnos por la noche en algún bar donde el hablaba y yo le escuchaba. Por las mañanas no le veía porque Sherwood se encerraba en su casa. Un día me dije que si esa era la vida de un escritor, también era una buena vida para mí. Empecé a escribir mi primer libro y enseguida me di cuenta de que escribir era muy divertido. Durante tres semanas me encerré en casa trabajando sin pensar en otra cosa. Hasta olvidé a Sherwood, que un día vino y me preguntó porque había desaparecido. Le dije que estaba escribiendo un libro. Me miró aterrorizado: "Dios mío". Y salió huyendo. Pocos días después de haber terminado "La Paga del Soldado" me encontré a la mujer de Sherwood en la calle. "¿Como va el libro?". "Ya lo terminé" le dije. Me dijo entonces: "Sherwood quiere hacer un pacto contigo: si no le obligas a leer tu libro se lo dará a un editor y te recomendará". "Trato hecho", dije. Así me hice escritor.
 P.- ¿En qué trabajó antes de ser escritor?
 R.- En todo. Guiar motoscafos, pintar paredes y manejar aeroplanos. No necesitaba ganar mucho dinero porque la vida en Nueva Orleáns era muy fácil en aquella época. Todo lo que quería era una cama donde dormir, un poco de comer, un poco de tabaco y un poco de whisky. Había muchas cosas que podía hacer dos o tres días ganando bastante para no hacer nada el resto del mes. Tengo la naturaleza del vagabundo. No deseo el dinero tanto como para ponerme a trabajar para tenerlo. Para mí es una vergüenza que haya que trabajar tanto en el mundo. La idea de que el hombre tiene que trabajar ocho horas me subleva. Durante ocho horas al día no se puede comer, no se puede beber, no se puede hacer el amor. Lo único que se puede hacer es trabajar. Por eso es cada vez más miserable e infeliz.

 P.- ¿Qué piensa de Sherwood Anderson?

 R.- Fue el padre de la generación de escritores americanos de que formo parte. Dreiser era su hermano mayor y Mark Twain el padre de ambos.

 P.- ¿Qué piensa de los escritores europeos de ese período?

 R.- Los dos grandes europeos de mi tiempo fueron Thomas Mann y James Joyce. Hay que ir al "Ulises" con la misma fe con que un predicador bautista llega al Viejo Testamento.  P.- ¿Lee a los escritores contemporáneos?

 R.- No. Leo los mismos libros que leía cuando era muchacho: el Viejo Testamento, Dickens, Conrad, Cervantes, Balzac, Flaubert, Dostoievsky, Tolstoy, Shakespeare. Los leo todos los años. De tanto en tanto leo a Melvilla y algunos poetas: Marlowe, Campion, Jhonson, Eric, Donne, Keats y Shelley. P.- ¿Qué piensa de sus contemporáneos?

 R.- Todos nosotros hemos perdido la batalla contra la perfección. Lo afirmo porque estoy acostumbrado a medir a los escritores, yo incluso, sobre la base de su esplendido intento por alcanzar lo imposible. Creo que si yo pudiese escribir de nuevo mis libros, los escribiría mejor. ¿Qué hace el artista? Trabajar, entregado a la búsqueda, en la creencia de que cada trabajo que realiza es la mejor de sus posibilidades. Naturalmente, por suerte, no es así. Porque si así fuese, si verdaderamente el artista lograse conciliar su trabajo concreto con la imagen ideal que él tiene, sólo le quedaría atarse una piedra al cuello y arrojarse al mar. La perfección es el suicidio.


P.- Según Ud., ¿qué se necesita para ser un buen escritor?

R.- Un noventa y nueve por ciento de talento mías un noventa y nueve por ciento de disciplina, más un noventa y nueve de dedicación. No sabe por qué ha sido elegido y generalmente no tiene tiempo para preguntárselo; está muy ocupado trabajando. Y es completamente amoral respecto a lo que roba, pide prestado, mendiga o arrebata a todos y cada uno para escribir lo que quiere escribir.

P.- ¿En qué consiste la responsabilidad de un escritor?

R.- La única responsabilidad del escritor es su arte. Es impetuoso si es un buen escritor. Lleva dentro un sueño. Un sueño que lo angustia, lo atormenta, un sueño del que tiene que liberarse. Hasta que lo logra no puede tener paz. Por eso, para escribir un libro, tira por la borda todo, incluido el honor: el orgullo, la seguridad, la honestidad y la felicidad. Para llegar a su objetivo no dudara ni siquiera robar a su propia madre.

P.- Según Ud., ¿cuál es el ambiente ideal para un artista?

R.- El arte no tiene nada que ver con el ambiente. No tiene importancia el sitio o el país donde se trabaja. Sin embargo, hay una situación que yo considero ideal para el que quiera escribir: la del dueño de un prostíbulo. En ninguna otra situación un artista puede trabajar mejor. Véalo. Un prostíbulo le da plena libertad económica, un techo donde cobijarse y nada que hacer salvo la obligación de echar ojeadas alrededor y pagar mensualmente a la policía local. El lugar esta quieto en horas de la mañana que son las mejores horas para trabajar. Por la noche se hace vida de sociedad pero eso se puede evitar si uno quiere. Los visitantes te llaman respetuosamente "señor" y hasta los cretinos de la vecindad también te llaman "señor". Además, hay lindas muchachas. En suma, están ahí los elementos necesarios para trabajar. En cuanto a mí, lo único que necesito es una pluma, papel, tabaco, whisky y comida.

P.- ¿Es necesaria la libertad económica para un escritor?

R.- No. Lo único necesario es la pluma y el papel. Quien dice que no tiene tiempo para escribir o que no tiene dinero, no es escritor. Eso son excusas para esconder la incapacidad. En realidad, nada en el mundo puede destruir a un buen escritor. La única que esta en condiciones de hacerlo es la muerte.


P.- Trabajar para el cine, ¿puede dañar el estilo del escritor?

R.- Nada puede hacer mal a un verdadero escritor. Si Ud. Me pone el caso de un escritor mediocre, el caso es diferente. Pero no es un gran problema y no es interesante, porque un escritor mediocre es el que vende su alma por una casa con piscina.

P.- ¿En qué medida sus relatos se basan en experiencias personales?
R.- No lo sé. No lo he calculado. Por otra parte, la medida no importa. Un escritor tiene necesidad de tres cosas: experiencia, observación e imaginación. Él no sabe bien como utiliza una u otra, en un momento dado, pues ninguna de ellas es primordial para él. Escribe respecto de las gentes y se sirve de sus materiales como carpintero que encuentra en su taller una plancha que le conviene para lo que está tratando de crear. Además, a medida que se vuelve más viejo y sigue trabajando, la imaginación, como todo músculo que trabaja, progresa y se desarrolla. La observación se hace más aguda, de modo que, cuando alcanza su apogeo, en el curso de sus mejores años y sus mejores trabajos, él no sabe, no tiene tiempo y en el fondo no le interesa para nada saberlo qué es lo que le viene de una u otra fuente. Pues, cuando escribe respecto a las gentes, escribe respecto de las aspiraciones, las dificultades, las angustias, el coraje y las cobardías, la pequeñez, y el esplendor del corazón humano.  ¿Qué aconseja a esa gente?  R.- Que los lea cuatro veces.

P.- Usted hablaba recién de la experiencia, la observación y la imaginación. ¿Por qué no incluyo la inspiración?

R.- Porque no sé lo que es. He oído hablar de ella, pero yo no le he visto.

P.- Se dice de Ud. Que es un escritor obsesionado por la violencia.

R.- Es como decir que un carpintero está obsesionado por el martillo. La violencia es uno de los instrumentos del carpintero tanto como un instrumento del escritor.

P:_ Hay críticos que dicen que a Ud. Le es difícil hacer simpáticos a sus personajes que tengan una edad entre veinte y cuarenta años. R.- Los hombres y las mujeres entre veinte y cuarenta años no son simpáticos. Los niños pueden serlo. Todo el mal del mundo lo provocan hombres y mujeres de entre veinte y cuarenta años. La gente que vive cerca de mí y que ha provocado la tensión racial, los Napoleones, los Hitler, los Lenin, todos los que en suma son símbolos de la angustia y el sufrimiento, ¿qué edad tienen? ¿Qué edad tenían? Entre veinte y cuarenta años.

P.- ¿Qué libro suyo le dio más trabajo?

R.- "El sonido y la furia". Lo escribí cinco veces, siempre tratando de librarme de un sueño angustioso. Y lo logré. Es la tragedia de una mujer perdida: Caddy. En el libro está uno de mis personajes favoritos: Dilley. Una muchacha valiente, generosa, gentil, honesta. Más gentil, generosa y honesta que yo.

P.- ¿Cómo empezó?

R.- Empezó con una imagen mental. No sabía entonces que se trataba de una imagen simbólica.

P.- ¿Cómo elige el nombre de sus personajes?

R.- Jamás tuve que buscar nombres. A menudo ellos me dicen quienes son. Cuando ellos no se nombran, yo tampoco lo hago. He escrito de personajes cuyo nombre no supe jamás, porque ellos no me lo habían dicho.

Comentarios

Eli Quezada ha dicho que…
Definitivamente que Faulkner, sus ideas, sus pensamientos son un antes y un despueés en la concepción que se pueda tener de un escritor. Es una de las figuras más preponderantes de la literatura no sólo del sur de norteamérica sino de todo el continente y del mundo. Sus inicios y sus valoraciones nos llenan de ilusiones. Leer de sus nostaligias, de sus amores telúricos a su amado sur y su humildad dentro del ego humano que se tiene lo hacen o siguen haciendo grande.