Los cuentos de Ramón Saba se pueden leer todas las noches.



“La palabra, difícilmente arrancada al insomnio, ennegrece y enrojece; es piedra y es ascua; carbón y ceniza: a fuerza de calor, tiene frío.
Octavio Paz

Si bien es cierto que la prosa como la define mi admirado Premio Nóbel y mejor escritor Octavio Paz, “deja de ser la servidora de la razón y pasa a ser la confidente de la sensibilidad”, en la obra –Cuentos para noches de luna llena- de nuestro conocido escritor, poeta-sonetista y mejor amigo Ramón Saba, se pueden destacar tres grandes características estructurales; unas apegadas a lo poético y otras bien cimentadas a la razón; a ese “savoir faire” depurado que demuestra dominio de la palabra contada, relatada y poetizada; en lo personal creo que las líneas demarcadoras de los géneros están más imperceptibles porque se puede leer en un cuento un verso y en un poema un cuento. Y así en los demás dejando sólo a la novela en su ambigüedad acostumbrada y en su ‘soledad de corredor de fondo’, parafraseando al fenecido escritor británico Alan Silitoe.

Se destaca, en estos permeables cuentos, primero: la síntesis como elemento que le da fuerza y cohesión a la ficción; mostrando una historia tal cual es. Debo decir sin ambigüedades ni florituras. Con un título atractivo y acertado en estos países tercermundistas donde la luz “falla” porque los cuentos rememoran aquellos que bajo la luz de la luna; en esas noches sin luz artificial donde tenemos que cobijarnos bajo las velas o la luz prestada de la noche de luna llena y nos ponemos a contar cuentos como estos. El Bastoncito es una crítica inteligente hacia el maltrato a la naturaleza; al vicio del cigarrillo con una ironía fina e inteligente. Con una lucidez desprovista de ego; llana y lúdica.

Y, precisamente este es un factor estrella en cada cuento… el elemento lúdico-inteligente; que es el segundo gran logro y se refiere unas veces a la construcción de personajes sarcásticos que nos harán reír o llorar pero siempre nos evocarán sorpresivamente; como en el caso de La carta a Papá, que es decididamente genial.

Y tercero y pienso que es lo más destacable en cuanto que del libro que no se aprende es mejor no leerlo… es su elemento instructivo. Cada cuento nos deja un sabor de boca dulce, aleccionador y reflexivo. Una moraleja imperdible.

En este libro de cuento se encontrarán con fábula, con tragedia, con drama y suspenso; con humor fino concentrado en elementos cómicos-irónicos y hasta con un cuento en poesía, con rima y picardía como es el de la cucaracha enamorada.

Leer a Ramón Saba es un placer en sonetos, en poesía contemporánea o en estos cuentos cuyos elementos sorpresas siempre nos dejarán, al final, con una sonrisa dibujada en el rostro o con un madurado juicio sobre el ser humano en sus diversas facetas. Es un libro imprescindible en nuestra colección dominicana de autores destacados; pues Ramón Saba representa una corriente fresca y siempre actual, independientemente de lo cronológico en su vida y carrera.


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Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Uno de los libros de cuentos más ligeros y fluidos que he leído. Con un aire a Juan Bosch en lo didáctico y en la moraleja.