Vida, muerte y entre ellas... el dolor…
Se mece en la espera como reloj de arena que nada entre el filo que se desangra; para que los cuervos se adueñen de la casa.
El dolor es navaja que se agita cuerpo adentro.
El dolor es vidrio filoso incrustándose en la piel desnuda; es masaje sado-masoquista sin permiso ni reglas; pesadilla anunciada en crónicas de emergencias.
Es un pelele de mil alfileres sutiles… Es payaso de mueca simulada y juego lóbrego. Es una;
dos;
tres cajas de pastillas que lo adormecen; más no lo acaban.
El dolor es como un rayo rojo que te parte en dos pedazos y te lanza al infierno. El dolor es negro y escurridizo; es un relámpago sin luz…
Una noche sin luna…
un domingo sin sol.
El dolor es un colado en la fiesta…
Un mal-educado que llega sin llamar.
El dolor se viste de brillantes y se cree profeta en la tierra…
Es dueño de todo y nada.
El dolor se esconde entre los huesos y sale sin pre-avisos.
Es un ladrón de la vida. Empleado de la muerte…
Toca la puerta… insiste en que le abran,
se adueña de tu casa-cuerpo:
te pincha,
te absorbe…
te colma,
te empapa…
El dolor como sicario abstracto es muerte disfrazada de esperas.
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