DOS POEMAS de: SINFONIA AL VIENTO CONTRACORRIENTE

Aires para decir adiós.

Como esa cuerda de violín que se deshace en cada nota.
Como esa lluvia fría que insiste y abraza el viento inexorable, que pasa de prisa.
Como ese soplo de aire que te acaricia sutil la piel
y te hace ocultar el rubor cuando ya no hay miradas:
ni comunes ni abstractas.
Cuando las analogías se fueron de camping.
Como el otoño mágico que no resiste el peso del final,
de las caretas celtas con nombre de Halloween y la cena de los doce con un Judas a la izquierda.
Como acción de gracias sucumbiendo al
-a quien no le dan pan que no coma-,
las listas de temas aprobados y los sueños por cumplir hacia el final…
los finales…
la rendición de cuentas pues ha llegado la despedida:
del año, del sueño, del ciclo,
del recuento de los daños absorbidos y provistos
de los pretextos, de los errores… del adiós.
Necesito aire como la noche luna,
quiero descansar suspendida de la punta de una estrella;
ser violín en cuello y brindar mis mejores notas sin caras feas.
Ser hiedra tatuada a la espalda del hombre que yo ame.
O… sobrevivir a esta soledad que se vuelve singular
él siempre fue plural y compartido.
No quiero papeles ni nominas de pago
sólo quiero afinidad…
Un amor de vísceras y cerebro:
¿me pueden entender?
No quiero corazón… ya no lo tengo.
El corazón se desangró y sus restos han quedado en el camino
mientras la razón sobrevive a los embates.
Como las hojas maduras que desfallecidas saltan a un abismo,
hacia una infinita rueda de la creación,
abonando la tierra que le dio vida,
vuelve a ella envuelta en rojos y naranjas
atardeceres en gris, agonía en flor…
muerte del día, la noche se avecina forrada de misterios
luz, sombra, muerte y vida
la rueda continúa.
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Amor eterno


Tengo miedo de perderme
de perderme en tu mirada.
De que te pierdas en la mía
en mi cuerpo húmedo derretido
de leche con crema de chocolate.

Tengo miedo que tu boca
me ciegue los labios a besos
y morir muda de amor
con los ojos vendados
morir poco a poco
en un instante eterno de
esplendor.

Tengo miedo de este amor añejo
con sabor a miel de quince años...
con domingos de campos
y sudores primigenios
revelando cada noche
una presencia sepulcral.

Tengo miedo de recordarte goloso
tocando preciso como el mejor virtuoso
un violín mis pechos y entonar desafinando llegues al Olimpo
Con Zeus de maestro hacerme gritar ¡tierra!
Volando por los aires
con alas de ángel negro.

Tengo miedo de este sentimiento eterno
guardado en una cajita de Pandora
en el armario de Narnia,
lleno de magia y arco iris,
donde la irrealidad impera
y el mono se viste de seda
y es rey.
¿El león? Le hace los mandados.


Tengo miedo de mis estados oníricos
cuando me veo en tus ojos
y me como tu boca,
y me llenas de ti.
De tu piel...
de tu mirada de estreno

Tengo miedo a ese veneno que me mata
que me atonta...
que me hace caer rendida a tus pies
y amarte por siempre
aunque sea en mis sueños mojados.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
me interesa tu blog. Voy a estar al tanto
Saludos
y muy lindo por lo que ví!
fenway ha dicho que…
Waooo....es un poema muy intenso.Cuan salvaje fue el momento,que provoco en ti,un desafio tan eroticamente sublime,cuando afilate el lapiz,para extrapolarlo al papel.
Eli Quezada ha dicho que…
Carlos... a veces una, en esos estados ni se comprende a una misma. Claro que dan buenos frutos en el papel o en el lienzo. Gracias por ser espejo de lo que hago.

Un abrazo.