Bajo el laberinto sentimental de José Antonio Marina

Tuve el placer de tener este libro entre mis manos cuando esta década hacía su debut en un invierno gris y preñado de nieve en la ciudad de New York; un amigo a sabiendas de mi debilidad por el tema y la lectura me lo prestó. Es de esos libros que una no puede dejar para e ir hacer otras cosas. Si comía, viajaba en tren o, incluso, alguien me ponía conversación mantenía el libro entre mis manos. Fiel a sus enunciados y a cada evocación que del tema hacían otros autores, por él mencionados. A la semana se lo devolví y de inmediato me di a la tarea de comprarlo para tenerlo como referencia. Y eso ha sido todos estos años. Los invito a un recorrido expeditivo a su laberinto.

José Antonio Marina comienza de una forma magistral con la frase de Virginia Woolf: “A la gente le gusta sentir; sea lo que sea”. Y no hay nada más cierto. “Aunque le demos la razón y luego nos escandalizamos por hacerlo” -dice Marina. Y es que los sentimientos van desde los más bajos hasta los más excelsos. Desde la perversión hasta la pena, el miedo, las ganas, son sentimientos con los que tenemos que aprender a vivir. Y un poema que trata esta interrelación de los sentimientos encontrados es el de Antonio Machado cuando dice en su copla:

Ni contigo ni sin ti,
tienen mis penas remedio.
Contigo porque me matas,
y sin ti porque me muero
.

Marina refuta los señalamientos de Sigmund Freud cuando afirma que: “todo lo que hace el ser humano, lo hace para aliviar la tensión”. Marina dice que: “en el fondo, el ser humano quiere estar simultáneamente satisfecho e insatisfecho, en calma y en tensión…que somos incapaces de soportar la privación de estímulos por mucho tiempo”. Cita a Safo que dice claramente que los sentimientos son confusos y de la confabulación de los opuestos en que el amor consiste. Pero además tendríamos que citar a todos los poetas cuando dicen que el amor es dulce y amargo o como cuando Quevedo dice que el amor es: “hielo abrazador o fuego helado”.

Marina dice en su libro: “El mundo sentimental es brillante y oscuro, cálido y gélido, tierno y violento, geométrico y embarullado. O sea, que también yo he caído en las descripciones paradójicas. No se puede decir de esta agua no beberé”.

Este texto no ambiciona un estudio profundo más bien datos puntuales sobre esta obra que para emularla en complejidad necesitaría varios folios sino un libro.
Para Marina es necesario referirse a los sentimientos como afectos y pasa a definirlos:

Afectos: conjunto de todas las experiencias que tienen un componente evaluativo.
Ej. Dolor, placer, deseos, sentimientos. El dolor y el placer son experiencias estrictamente físicas; pero con componentes neuronales distintos. El dolor tiene, por su parte, componentes sensoriales, cognitivos y afectivo. “Y es delicado hacer distinciones rigurosas”, -dice Marina.
Deseos: Conciencia de una necesidad, de una carencia o una atracción. Acompañados siempre de sentimientos que de urgencia.
Marina define a los sentimientos como: bloque de información integrada que incluye valoraciones en las que el sujeto está implicado. En inglés: Feeling, affect. Los sentimientos pueden clasificarse por su profundidad, duración, intensidad. Dice que una emoción es un sentimiento breve y… La pasión es un sentimiento intenso, vehemente, fuerte y tiende a influir en el comportamiento. Covarrubias lo define como: “perturbación del ánimo”; Cicerón como “afecto” y Luís Vives la llama: “Alborotos anímicos”.

Es importante acotar que los sentimientos como el lenguaje y la cultura son fenómenos sociales, con puntos en común y en desacuerdo. José Antonio Marina en su libro hace un viaje “semántico-turístico” como dice él por comunidades distantes y distintas desde Japón y su “amae” pasando por las “distancias cortas” por su necesidad de calor de los esquimales y el “liget” o vitalidad y energía de los filipinos, hasta el “aloha” que significa amor-afecto de Hawai. Y en Tahití es una cortesía y saludo. ¡Vaya diferencia! Digo yo.

Concluyendo: Hay diversidad sentimental pero no caótica. Ocurre como en la lingüística. Hay muchos sentimientos como hay muchas lenguas. Hay estructuras sentimentales universales básicas que cada cultura modifica, relaciona y llena de contenidos diferentes según sus necesidades. Cada sociedad, dice Marina: “define una personalidad sentimental que les sirve para diferencias entre sentimientos normales o anormales, adecuados o inadecuados, etc.”. Dejamos de lado el tema de la personalidad vs carácter, los tipos de sicología (evolutiva, psico-física, conductivista) para determinar tipos de sentimientos… El fuego cruzado entre el análisis freudiano y el conductual. La teoría de Piaget que refuta José Antonio Marina, los celos, la envidia, etc. Se los juro, es fascinante.

Obviamente hay mucha tela que cortar con este fascinante tema pero yo sólo quiero invitar a que lo lean y lo escudriñen y sigan la obra de este excelente escritor español. Los dejo con el final de este maravilloso autor que dice: “Un velero con proa a barlovento es un brillante triunfo de la inteligencia sobre el destino. El mar insinúa en la noche que toda singladura es un fracaso y en la mañana es ya un triunfo del espíritu”. Y digo yo, saque usted las conclusiones.

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El Laberinto Sentimental, Editorial Anagrama, Barcelona.1996
José Antonio Marina.

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