Lánguido de verla ser pez en el agua, con invioladas bucólicas por revocar y una vasija sin fondos celosamente alerta. Le daba una asignación considerable para gastos y eventualidades; una casa en el exterior. Camioneta último modelo lo que en su país le llaman jeepetas parqueada en su porche… otra similar en el país de origen. Antes de rumiar sus deseos se los descubría todo el tiempo y de la manga extraía las sorpresas ¨what Lola want Lola get¨…era su tonada preferida, cada cuanto la notaba histérica y a punto de recoger sus alas rotas guardadas en la caja fuerte.
Lo tenía todo, le daba todo… ¿en qué había fallado? Pensaba.
Ella era una hembra deseada, de virtudes y talento a simple vista. De perfección armónica, pues su espíritu brilla con mil rayos en lo superficial iluminando sus facciones angélicas. De mirada divina cuando era diosa, pues con sus resabios se convertía en bruja cada tanto se internaba en sus estados de gracia…ángel y diabla.
Su cuerpo que llenaba antes la cama ahora la rebozaba de caricias perdidas y de grasas ganadas… Vivió sometido a sus deseos más, no lograba empinar el codo. Se fue alejando, no se hablaban más que lo necesario. Su pelo ondulado tocaba el cóccix, se quedo trenzado debajo de la nuca; lucia seca y desteñida. Sin ese brillo orgásmico en la mirada de una mujer amada- A pesar de todo, a su manera, la amaba. Ella abdicó al amor para no sangrar por la herida.
Desolado escruta en las calles lujuria y juegos banales que se detenían en la puerta de su hogar donde sólo se vivían tiempos abstinentes con la que aclamaba como su reina.
Después de rastrear el especial hedor a putas en gangas e infidelidades borrachas y harta de ser reina de pasiones afligidas decide dejarlo todo. Dejar de ser reina de piel ardiente que carbonizaba en metamorfosis maniáticas por sus hambres de hembra total y la necesidad de un macho que la mudara de rango. Cansada de ser soberana prefiere besar sapos que la exilien del frío desamor. Se fue, lo dejó con lo único que él tenía: dinero y un trono impávido al que declinó.
Lo tenía todo, le daba todo… ¿en qué había fallado? Pensaba.
Ella era una hembra deseada, de virtudes y talento a simple vista. De perfección armónica, pues su espíritu brilla con mil rayos en lo superficial iluminando sus facciones angélicas. De mirada divina cuando era diosa, pues con sus resabios se convertía en bruja cada tanto se internaba en sus estados de gracia…ángel y diabla.
Su cuerpo que llenaba antes la cama ahora la rebozaba de caricias perdidas y de grasas ganadas… Vivió sometido a sus deseos más, no lograba empinar el codo. Se fue alejando, no se hablaban más que lo necesario. Su pelo ondulado tocaba el cóccix, se quedo trenzado debajo de la nuca; lucia seca y desteñida. Sin ese brillo orgásmico en la mirada de una mujer amada- A pesar de todo, a su manera, la amaba. Ella abdicó al amor para no sangrar por la herida.
Desolado escruta en las calles lujuria y juegos banales que se detenían en la puerta de su hogar donde sólo se vivían tiempos abstinentes con la que aclamaba como su reina.
Después de rastrear el especial hedor a putas en gangas e infidelidades borrachas y harta de ser reina de pasiones afligidas decide dejarlo todo. Dejar de ser reina de piel ardiente que carbonizaba en metamorfosis maniáticas por sus hambres de hembra total y la necesidad de un macho que la mudara de rango. Cansada de ser soberana prefiere besar sapos que la exilien del frío desamor. Se fue, lo dejó con lo único que él tenía: dinero y un trono impávido al que declinó.
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