MIS ARTICULOS: CUANDO LA TIERRA ES VIOLADA SE LEVANTA Y RUGE…

Cuando nos disponemos a efectuar cualquier viaje, la agonía aborda justo cuando adquirimos los pasajes de avión, que nos dice: el mes, el día, la hora y los minutos de nuestra próxima aventura.
¡Ah! Sí, porque hacer maletas, que el sueño no te gane o esquivar las contingencias potenciales en el trayecto casa-aeropuerto; además de chequearse en una fila inmensa; luego entrar a la sala de espera y despojarse hasta de los zapatos y esperar que todos lo hagan con la misma precocidad y apuro que usted, es una aventura; luego subir a un pájaro con alas que volará con más de doscientas personas a veinticinco mil metros de altura…atravesando nubes antipáticas que ponen en zozobra la tripulación… repito, es una gran aventura…

Gracias a Dios que caemos dormidos por la fuerza del agotamiento de los días ajetreados -calle arriba, calle abajo- tratando de conseguir los especiales y rebajas para llevar un regalito a nuestros familiares y amigos… y sólo cuando sentimos la aeronave descender con aquel movimiento peculiar que nos hace helar la sangre y al mismo tiempo sentir cierto placer en la piel y vemos a través de la ventanilla un panorama geográfico que no nos es ajeno… nuestra amada isla.

No hay amor más grande que el que siente una persona cuando por diversos motivos no vive en su tierra natal. La tierra nos duele como nos duelen nuestros hijos.
Nuestra gente nos duele como si fueran nuestros hermanos de sangre. Ese amor que siento me hace reflexionar y elaborar este artículo.

No hay nada más cierto que –nada se aprecia más cuando se pierde o se cree perdido- Los humanos solemos dormirnos en los laureles cuando creemos que la seguridad sobre personas, objetos o estados de bienestar son invulnerables. Cuando nos creemos poderosos e insustituibles caemos como por efecto gravedad en la desidia y nos olvidamos de la lucha diaria. Un esfuerzo sostenido para que los estándares permanezcan por lo menos salvaguardados. Lo cierto es que, -nada es para siempre- y que todo puede fluctuar y cambiar en cuestión de segundos. La naturaleza lo enseña cuando vemos los procesos cíclicos de las plantas, las flores… el universo. ¿Por qué a de ser diferente para nosotros, los humanos?

La tierra cuando es horadada, traficada, violada, se levanta y ruge. Cuando se le arranca de raíz el pelo que es el árbol se va dejando calva… vulnerable.
Los pulmones naturales, las plantas, que hacen que los ríos la bañen con sus cristalinas aguas interrumpen su ciclo natural.

Las costas de los mares cuando se excava y se le extraen sus arenas, sus especies, también se levanta y ataca tragándose toda una ciudad. ¿Cuándo terminaremos de entender que estamos asesinando nuestro hábitat?

En estos tiempos de campaña y de carnaval mediático donde todo es bello y las promesas están a la orden del día; por no decir los altavoces de grandes camiones que pasan por las casas y ¡cuidado! Que puedes ser asustado a punto de infarto. Eso no se ve en el norte…donde las leyes se cumplen, mal que bien; y queriendo quedarme para siempre en mi patio con olor a campos frutales, de mi ciudad modernizada prefiero hacerlo cuando las autoridades competentes se avoquen a la educación ciudadana sobre la protección ambiental, en especial los que tienen usufructos ilegales apañados en un poder efímero que nada serviría si la naturaleza se levanta y toma, a la mala, lo suyo.

La protección ambiental hay que verla como un asunto de continuo y arduo trabajo si no queremos caer abatidos por días aciagos.

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