DE MIS AMIGOS POETAS Y ESCRITORES... vIRGILIO LópeZ azuáN

PREMIO NACIONAL DE LITERATURA, REP. DOMINICANA
AUTOR: VIRGILIO LOPEZ AZUAN
Segunda puerta: El asombro
PARAÍSOS DE LA NADA by Virgilio López Azuán



VIII
La nada cruzó la puerta del asombro y asombrada nos asombró a todos. Su claridad, sus ojos profundos, sus lindos almanaques, se fugaron entre piedras, a la orilla del río oculto del polvo. Sin mundo la nada nada en los mares del tiempo, lleva su manto claro, si luz profunda. En las estrellas no caben los rayos ni las centellas, queríamos entenderla, así como si fuéramos conchas y alimento de gladiolos. Todo asombro espanta, todo asombro asoma sus portales asombrados. Temprano es madrugar en sus sábanas y enamorarse de la vida, en el último beso de la tierra. Todo asombro es del otro, la nada es para repartirla, a cada pedazo, la maraña se aleja. Mejor descubrir las puertas de las sombras y penetrar por ellas, dejar que un enjambre de espumas, eleven sus burbujas a las almas de las cosas. Mejor es que el asombro asombre las sombras en los ojos de los perros, mejor es el enigma, la carne generosa y la sangre en movimiento. Debemos sentir arenas en los pies, asistir a los hospitales de las cuencas donde estuvieron las miradas. La nada no conoce de hadas, ni de duendes, ni bambalinas. La nada se llena de alfileres cuando se asombra en las futuras moradas, con su carne redimida, retoñada, sin la sabia de la herida, sin la tala que quita la vida.
La nada mueve las alas, dando aletazos a los labios, para que ruede el beso de los cementerios, de los astros.
En los continentes perdidos, en la profundad de los mares retornan amorosos, los distantes amaneceres, de palabras aceleradas. Más la vida está escrita en la balada del asombro, cuando estamos asombrados. Más que los caballos de Atilas, más que las huestes de Jerjes, más que los demonios del recuerdo, más que todo es la nada.
Toda la vida está hecha de asombros, desde entonces todos estamos asombrados, nos volvimos escarchas en las noches del hambre, en la cebolla que llora el sumo derramado. Es su sangre la que duerme y la que nubla los sentidos, escarchada de lunas. Es la sangre el portal del asombro, la que sale púrpura, de los huesos de la historia.
Despertamos dormidos de la nada y nos sorprende el día de cunas y el verde del mes de mayo. La aldea de las cabras, de las cintas de amor, de las clavijas, de los lazos de rabia, donde los establos se vuelven pajas para las vacas enamoradas, las que braman, las que sacan la lengua a las puertas, a las armas.
El asombro abre los ojos, se levanta de madrugada a madrugar los sermones, a descubrir la profecía del soplo fugaz del vientre. El polvo de lo oscuro lo alza el asombro, deja los caminos por donde andará la inquieta sonrisa del niño, del futuro, del nicho baldío hasta ese instante, oculto y turbio. La nada se acostará a observar las estrellas, y recordará pasos Lemures, en lontananza, en el pretil del horizonte que viaja en el cielo de los truenos y el orbe. Son aves las venas de los hospitales, el salitre y los algodones, las miradas, las piernas rebrotadas abrirán las calles del alma. La libertad es el asombro carnal de cirujanos, en las reliquias y los rastros de la vida. Todas las bocas están arrastradas por el asombro, por los rayos iluminados. El alba de los resplandores, verdes y blancos, de pájaros y alas.
El asombro es una mujer que espera en la cama con el sexo desbordado, con un porvenir a flor de labios.
El asombro es la puerta del espanto que espantado hace reír a los niños que trajeron la luna en una risa de corazones que centellean.
El asombro es la espada, vencedor de miedo, rival del no.
El asombro le preocupa la mente, por el tránsito transido de las ideas, por la palabra que se paró en los portales de la lengua.
El asombro no tiene raíces, del susto le fue cortada, el asombro echa flores en la sombra de la nada. La nada la ha cruzado como muestra de humildad del colibrí, que ha revoloteado sus alas.

IX

Y en los oros y las sedas y en la historia del miedo el asombro abre sus telas, orbitando en cuadrantes vigentes, que juguetean en la presencia del olvido y los años. Revuelto los amores, las ansias, que ordenan ambiciones en las paredes. Tuvo la sombra, las sombras del asombro del alma, compartió los entrañables lugares que cantaba los equipajes que portaba. Encontró de los niños la mitad del insomnio apostado en la cama.
Y a la vuelta de cualquier esquina sombreé los laureles, en las faenas y los bosquejos. Toda la nada pintará las líneas, las codicias, los antojos y las noticias insufribles. A la vuelta, las esquinas doblan su cintura, atacan la dictadura de la línea. Quitará la firmeza del plano y en el mapa, los terrenos de la excusa serán las pretensiones inevitables para transitar la duda rematada. El asombro hace canales, en la cara en el blanco de los ojos lanza sus sábanas, y se distiende la vejez del joven enamorado de la llama. El asombro es una gaviota que voló a lo imposible, a la cordura de los castillos que en las nubes del viento nadie evitó la locura convocadas. Los demás, los que no habían llegado al contagio, los que no fueron felices en las formas, en la condena construidas en el sol. Nadie llega donde llega la nada, ni el asombro con sus duendes, ni la duda de los idiotas.

X

La nada se pierde en los vericuetos del horizonte y se hace grande y lejana en la noche cerrada. Pasará sobre el mar de los mundos que vio la soledad partir a tu lado para charlar sobre el bien y el mal de la palabra. La misma palabra que no llegará igual a las médulas, a la voz del amigo infinito.
La nada no se da cuenta cuanto demora la muerte ante los salmos perdonados. La soledad se demora en las amatistas, en los diamantes, en la voz de las sirenas.
Por la puerta del asombro cruza la vejez, presente como si burlara a los años, a la infancia, a los paños de casa. Encontró el asombro sus viajes de ida, sus rediles en la desgana del silencio se nubló la palabras, las sendas se bifurcaron en los ojos del muerto que retuvo las manchas de agua.
La nada puso el cuerpo, el alma de la montaña, la resina de las migajas. Todo fue asombro de noche oscura, de ventanas cerradas, para ofrecer rosas verdes en las camas y comerme el pan de las madrugadas, sin matar el miedo, sin que nadie ponga nada.
El asombro es salto, la nada es la calma. El asombro ataca los ojos, la nada el alma.
Por la puerta del asombro, se fue la luz difusa de la duda, la muerte en llamas de la historia ya contada. Toda la nada se llenó de asombros, de pupilas asombradas, como si estuviéramos prestos a resistir el enojo, las desganas hondas del silencio.
Después de la nada fue el asombro, que fue descubierto por el agua entre las piedras, entre el musgo y las ramas. nada se marcha después de la mancha, de la indeleble mancha que trajo la peste, la página blanca del silencio, de las noches asoladas. Nadie puso algo, todo lo puso la nada y el asombro develó los planetas, y se formó la plegaria. Nadie puso nada, la nada lo puso todo, cuando todo era nada. Puso la distancia, el horizonte, el oriente y el poniente del aura. La raíz fue oscura en las cuentas, el cuerpo y el alma. El viento era una montaña de verde escarcha, con noche oscura, con las casas cegadas.
Toda la nada ha sido todo desde el principio, desde el fondo, desde la primera mentira que salió de la cama. Todo el asombro petrificó la blanda figura del fantasma que devolvía las miradas retenidas en las olas del agua, el que levantó las manos por encima de la raíz. La nada no tuvo cuenta de las cuentas endeudadas, no tuvo en cuenta que en la noche oscura se iban de las casas a tenderse bajo la luz, de los planetas, de los cometas, de la estrella solitaria.

XI

El asombro se asombra de las guerras, de la capa de ozono y el viento que habla un español podrido. No le gusta las bombas porque las bombas lo asustan, no le gusta el aquí, ni el allá, no le gusta el color ni la edad. Al asombro no le asusta el odio de los palacios y las tabernas, de la mancha adolorida del niño explotado. Al asombro le espanta los negocios, el World Street, y lo que sale de la Bolsa.
El asombro se asombra de la sombra, de la pólvora y los petardos, de las bombas y torpedos. Se mete entre el NAPALM para atrapar la semilla de los muertos, de los que quedaron atrás. Esos hermanos que no se pueden contar porque son hermanos de las manos y soledad. En la saliva del asombro asombradas están las notas de la guitarra, que rasgadas trajeron su música mimada a las espigas, a lo alto de las montañas donde se reza al mago para que el mago mande agua. Por la puerta del asombro pasó la nada con su traje de noche, su violín y sonata. Si la hubieran visto, en sus ojos las estrellas se bañaban. Como suena la rueda la que rueda en calleja, que explota las botellas del vino en la bebida.
El asombro se asombra tanto que todos estamos asombrados de tanto asombro, que en el té de las seis ardieron las leñas secas de los sueños.
El asombro le canta a la luz, a la luna de las pampas, a los gauchos que se levantan con la voz y el canto mañanero. Así cantaremos a todo pulmón, porque todos estamos asombrados del todo. El asombro estuvo perdido, abriendo los ojos como si se hubiera quedado ciego. Evocó la hiel del paisaje y el misterio, el que trajo los pájaros de los acantilados y en entre esas piedras la nada se había equivocado. El asombro se asombró del silencio que explotó átomos en las moléculas húmedas de los pedregales.
Todas las preguntas del mundo surgieron del asombro, de la magia de la imagen. Todo el mundo surgió de la orden de un asombrado que se puso a observar la nada, la ceguera prehistórica, el abismo y las garras, del ave en la manada.
Pudiera ser que el asombro no pase por la mente si no por los instintos, por la danza de las escaleras. Pudiera ser que el asombro se revuelque en la justicia de la ideas, donde las moscas revoltean en el pastel, las aguas que circulan en el canto de las sirenas, en los lagos, en las noches sombrías del desprecio. El asombro se ha asombrado del necio que entró por la puerta y siente el sonido del abecedario, de las palabras que alumbran los recodos del cerebro en la habitual sonrisa de la multitud con ojos claros.

Comentarios

ALA_STRANGE ha dicho que…
El asombro es mío, ante tu blog

me gustó

:)

besos
Eli Quezada ha dicho que…
Gracias, por detenerte ante este majestuoso texto escrito por el magnífico poeta y narrador dominicano que tengo el honor de seguir en sus enunciados sobre el EFLUVISMO... al cual quiero invitarte cordialmente. Puedes ver el mensaje de invitación arriba del texto comentado. Gracias por lo que me toca en cuanto al blog. Un abrazo fuerte.