Con Luis (terror) Díaz en la memoria

Más allá de la muerte quedan las palabras y la música.

El amor implica discernimiento y cuando uno conoce la vida y obra de un creador de la talla de Luís (El terror) Díaz no nos queda otra opción que amarlo. Amarlo y disfrutar de lo que nos regaló en vida; y nos heredó en muerte. ¡Cuán mezquinos podemos llegar a ser con nuestros valores, que, dándolo todo por nada, justifican una vida de penurias, haciendo que otros ganen fortunas!

Luis fue un defensor del obrero, del marginado, de los desvalidos; y como dice la periodista y escritora, Marivell Contreras: “Luis Díaz es una especie de sumo sacerdote de la autenticidad “fue amado por los jóvenes y yo digo, por todos.
Y es que Luís fue tan generoso que ni siquiera fue machista ni excluyente: no sólo escribió en defensa del pueblo, del obrero; sino que “El terror” escribió temas feministas, por ejemplo, “Y yo quiero andar” que grabara e inmortalizara nuestra Sonia Silvestre. Escribió temas románticos (Marola) que cantó Sergio Vargas llenando todas las salas de baile del continente americano y Europa. Siguiendo en la onda del gusto popular escribió: “Baila en la calle” que canta “el mayimbe” Fernando Villalona. Otro en la voz de Sergio Vargas es “Las vampiras”.
Su producción extensa comienza con “Obrero acepta mi mano” canción social que no sólo se puso de moda en su voz; “sino en la de los venezolanos Guaraguao que la pusieron en boca de toda América Latina.”
Afirma que, Luis Díaz fue galardonado por el “Premio Dorado en el 1984”, “dos Premios Casandra (1989 y 1990),” hasta convertirse en Patrimonio Cultural del país en el 2005 y que tiene confirmación internacional, pues sirvieron de réplicas de los recibidos en Boston y en Filadelphia.
En fin, sus temas: Liborio, El Guardia del Arsenal, Mamá Tingó. Los temas de palos, etc. Lo reafirman como el incesante inconforme con la sociedad en que vivió. Fue sensible y especial, como los grandes. Rock-ero por los desafeites aparentes que muestran sus máscaras genuinas; su alma bohemia y sus desbordamientos apasionados de su niño interno…ese que necesita todo creador sensible para hacer su oficio divino.
Luis Díaz el maestro de las voces de atabales y de palos; de la gente común del barrio; del folclor autóctono dominicano; del sincretismo religioso y las lucha de clases; en él se conjuga una generación. La generación de los inconformes, de los aguerridos, de los luchadores, de los sensibles mal llamados anarquistas; de los rebeldes con causas; de los amantes de Lennon y Marx, de los revolucionarios que no se mancharon las manos, y que el poder no los fermentó. Es hijo de una nación que aún respira por la herida.

Comentarios

Gi ha dicho que…
Lindo sitio. Prometo volver con tiempo y disfrutarlo
Eli Quezada ha dicho que…
Claro Laluz estás cordialmente invitada a venir cuando quieras. Y por favor si gustas seguirnos dejas tus comentarios y tu firma en el guestbook con tu foto. Besos.