La maleta (3ra parte)

Por Eli Quezada
(Fragmento de "Amores rotos")*

Ligera de equipaje…

“El amor es el deseo de encontrar a la mitad perdida de nosotros mismos. ”
Milán Kundera.

Sí, vengo ligera de equipaje, luego de haber perdido, literalmente, aquella maleta, en el año dos mil… maleta que me vistió de lejanías. Que me arrojó a un pantano con boleto, sólo de ida.

He decidido continuar mi viaje con las millas en cero, sin horas, sin futuros, con unas cuantas utopías y un par de aliados que respiren mi mismo aire de espectros fugaces; de rebeldías con causas; de sed de garabatear a los cuatro elementos con una espátula de colores, donde la fogosidad de los rojos absorban la pompa de los grises; y donde el verde mar nunca recoja sus “aguas” y se vaya a otra galaxia.

Llevo también, un paisaje ilimitado donde la vegetación me sirva de marco; la tierra y el cielo, de tapa y fondo y las alas de la libertad, estén izadas a mi lomo. Se han extraviado con aquella mochila, amores viejos, que se esparcieron por los aires de ese vuelo de apócrifas mermas.

Recuerdo que llevaba la angustia como mi intima enemiga... las preguntas sin respuestas sobre una relación que se descosía por un viejo roto, sólo por alimentar el status de “mujer con un hombre a cuestas”.

 ¡Cargaba tantas libras!, que el agotamiento cercenó el deseo de esculpir mis ideas en los lienzos. ¡Fueron tantos los fantasmas que acunaron fracasos, que trastornaron mi rostro hasta volverlo etéreo!

Sí, cuántas veces caminé estéril por las calles vacías, llenas de autómatas, con máscara anti-risa para que no adivinen en las comisuras de mis labios mi maquillaje de payasa mal deseada.

Hoy vengo liviana, volátil, con dolores amputados, con una escandalosa risa cosechada por el “rescate novecientos once”; cansada de gritar paridad de géneros: de coserme los sesos, de despegarme las pestañas legañosas para seguir, labrando-me… y finalmente, ser tratada con la dignidad que toda mujer necesita. Eso sí… ¡tuve que perderme en el camino para ganar tantas cosas!

Tuve que empeñar mi oficio de bohemia ilusionada que pinta cuentos y cuenta historias de irrealidades, debajo de las palmas. Tuve que bajar al infierno para reconocer el cielo. Tuve que hacerme de nuevo de sonrisas y versos. De amaneceres tardíos enredada en la cama.

Es un hecho… estoy viajando vacía, sin cadenas de esas que alguna vez me dejé colocar como prueba de un amor tóxico; que me encerró con fantasmas propios y ajenos.

Me hice en el dolor y me volvería a hacer, si supiera que alcanzaría la misma meta: exorcizar el falso amor y renacer a la validación real, la propia; la que no depende de nadie. Me amo, y amo todo lo que soy, todo lo que fui y todo lo que seré. Amo mis fortalezas y mis debilidades. Mis fobias y mis manías. Mis defectos y mis virtudes. Nadie volverá a acampar en mi conciencia ni a clonarse en mi ser. (Me estoy deshaciendo en el aire por 'la levedad de mí ser.')
*Amores rotos, textos de amor y desamor, [Alternativa Editorial, 2004, Madrid, pp.83-84]
©Elizabeth Quezada, New York, 2004.

Comentarios

fenway ha dicho que…
Wao! Hermana poeta,esta prosa sí que me gusto.Metaforas que estan siempre presente en tus musas,que las convierten en un best-seller de la lirica.Eres genial en este genero.No se,que mas puedo agregar a esta hermosa prosa.Simplemente ex-tra-or-di-na-ria.
Eli Quezada ha dicho que…
Gracias hermano, sé que me estimas mucho. Un abrazo.