De Piedra bruta a DIAMANTE

By Elizabeth Quezada "Para que el que cree no es necesaria ninguna explicación: para el que no cree toda explicación sobra." Franz Werfel (1890-1945) ¿Y si lográramos la transformación de una piedra bruta en diamante? Y si nuestra fe fuera del tamaño del grano de una mostaza y moviéramos las montañas; partiéramos los océanos en dos como hiciera Moisés, especialmente cuando el momento crítico llega: cuando te encañonan los fusiles de la guerra; cuando el hambre y los golpes no dejan piel en el oprimido, en el aguerrido, en el violado por su tierra, por sus mujeres, por sus tesoros físicos y morales. Cuando la llaga de la desesperanza se pudre y maloliente se funde con la muerte en vida. Este tema que toco con diapasón en las palabras afinadas hasta el dolor es un llamado a la esperanza; a la apertura de la fe como la certeza de lograr lo que no se ve no con miras a las posesiones materiales que todos merecemos y que si las logramos, ¡bendito sea Dios!, sea de monumento explícito a que las riquezas no son de unos pocos que avaros pretenden alzarse con las posesiones de la tierra como si estas vinieran con nombres; o mejor dicho, con apellidos patentizados a sus salivas o cabellos. Escribo bajo las notas de la Quinta Sinfonía de Beethoven.

Estoy cansada de las justificaciones aunque existan y se conviertan en defensa perpetua del que delinque, del que roba, del que envidia, del que mata y no solo a su prójimo sino a sí mismos. Es un individuo que se seca por dentro, que odia, que se transforma en un antisocial confeso; que se convierte en juez y parte y cocina sus deseos a fuego lento para sacrificar algún día a los que le hicieron eso, a él y a su familia. No entiende de amor, ni de fe, ni de circunstancias, sólo de encontrar el billete, la plata, para ajusticiar a los suyos. Tampoco es que no se deba poner en balance las circunstancias del hombre que lo llevan a cometer actos de barbarie como la de convertirse en un narcotraficante sólo porque de niño paso hambre; o porque le dejaron morir un niño en el hospital público. Espinoso, ¿verdad? Es cierto que las necesidades primarias deben ser llenadas por las instituciones de poder; los mismos que elegimos cada cierto tiempo para que sigan haciendo más de lo mismo. Limpiar las arcas del estado para su propio beneficio aunque sus líderes máximos se revuelquen en sus tumbas. Ahora bien, y quiero subrayar esto, nadie se hace rico trabajando honradamente, de día y de noche, toda la vida… no. ¿Y por qué existe la necesidad de ser rico, adinerado, que nos sobre el poder adquisitivo? ¿Por qué esa maldita manía de tener un carro del año? Compras compulsivas de bienes y servicios que ya tenemos y que cambiamos antes de que, incluso, inventen el siguiente artefacto de punta; o el modelito de alta costura pase de temporada. Es que soy una desgraciada hija de su madre que nació en otro planeta a la que no le interesa tener veinticuatro jeans o treinta pares de zapato porque sólo tiene dos pies y una sola cola. O a la que el bb, fastidio de llamadas y texteo (de texto) constante la saca de quicio, sólo con imaginar mi hija, Emily, desatendiendo alguna labor de cierta importancia como ingerir alimentos, por ejemplo. No me digan que creen en Dios y lo alaban cuando hay tanta gente que no tiene que comer ni píldoras que atenúe una enfermedad mortal. Esta necesidad no es creada.

Por Dios, la gran mayoría de necesidades son creadas… y, partiendo de esto, la problemática de nuestro sistema económico y hablo desde los sectores del poder hasta la más humilde de nuestras familias es que nos endeudamos hasta las muelas. ¡Ah! Pero si eso nos lo enseña, justamente el sistema. -Bien- ¿Se los obliga a punta de pistola a tener el hijo en el colegio más caro? Claro, a no ser por el orgullo de decir: - mi hijo estudia en el Colegio Carol Morgan-, por poner un ejemplo. Y no me vengan con la respuesta de que en los liceos públicos no se da clase porque se ha demostrado que el estudiante que se destaca es un alumno disciplinado en cualquier terreno. Siendo el hogar, justamente, el principal comisionado para entregar a la sociedad un individuo integral. En los planteles escolares sólo se dan herramientas y reglas para el buen uso de lo aprendido o por aprender a lo largo del día, del mes, de la vida misma.

Hay familias que duran toda una vida, trabajando desde abajo, ahorrando, dejando de comer un helado; o de ponerse una ropa que algún día quisieron; o de cenar en los buenos restaurantes; mejor dicho que vivieron toda una vida de austeridad para que hoy por hoy sus apellidos sean endosados como empresarios de éxitos y de disciplina, ejemplos nacionales, no los citaré aquí, porque no es el caso ni tengo patrocinio alguno; de todas formas si lo tuviera y no fuera catalogada –la familia- por mí dentro de ese renglón tampoco lo pondría. Otra manera de enriquecerse es la de heredar por matrimonio, por una suerte del destino o de los juegos de azar; por situaciones de esas que les llamamos milagros, o golpes de fe. Son los menos; pero también existen; y lo que yo quiero que desaparezca es esa envidia pública o privada; auto-destructiva para el que la siente, hacia las personas que tienen un poder adquisitivo sin tenerle que enrostrar partidarismos, corrupción ni narcos-temas.

En este país somos buenos, sí…pero nos gusta vivir del –allante- coloquialismo dominicano que significa: -aparentar- lo que no somos, viviendo ahogados en préstamos de altos intereses. Creando riquezas al avaro, al que guarda y luego envidiándole lo que tiene. No obstante solapando y tumbando polvo al que tiene poder y humillando y borrando del mapa al humilde, al que no le importan las poses, al desinhibido, al sencillo que no simple.

Una piedra bruta para mí es la persona que acabo de definir en anterior párrafo. Un diamante es aquella persona que vive por fe y que sin ser conformista es feliz con lo que tiene porque para ser feliz no necesita mucho. La felicidad no depende de joyas, ni de trapos, ni de honores, ni de medallas, ni de saber qué se tiene y qué no. Lo material es circunstancial, va y viene. Subimos y bajamos pero en lo humano debemos tratar de elevar nuestros espíritus dejando de lado la necesidad de tener y logrando convertirnos en ese ser-diamante que brille para la eternidad, como fuimos creados.

By Elizabeth Quezada.
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