Algunos de mis textos...



Esquema de neuronas en quema

Desdoblamiento certero; lasitud probada como si subiera el Empire State por escaleras. O me empeñara en llegar corriendo hasta la cima de la Tour Eiffel. Soy goce en huesos rotos, corazón de acero lastimado que bombea horas de amores falsos.
Apoptosis real, en liquidación de lo inservible Siempre quemando las notas preñadas de utopías. Recontando lo aprendido; lo anodino fue tan pertinente como lo perverso.
Dos caras de un mismo rostro en pugna. El amor cerró los labios y nos dejó secos morir de amor;
Viviendo en el olvido.
En vuelo de mariposa mil colores en acrílico satinados de azul y lágrimas, que se esculpen en sus ojos… Dos muecas, dos lagos que ahogan la realidad.


Cuando la soledad amanece borracha de orgasmos en plenilunios.



Lo vacío de la nada prende efusión artificial de mil estampas.
Es que de cuando en vez dejo en el tintero la angustia vestida
y alborotada de negro; con la recurrente excusa de –dos copas de vino tinto ¡quizás cuatro!
Para conjugar el verbo que no es amar sino el que -ya sabe-.
Ante una membrana aterida de exiguo afecto a los roces vagos
o de breve espacio de tiempo.
Soy hembra de lapsos de amores viejos
y brincar las tablitas a escondidas con siete velos que me arropen,
sin ser musulmana, no es mi estilo.
La soledad amanece borracha de orgasmos de plenilunios.
En mutación pródiga de sangre y carne…
nada de lo espiritual cuenta
sólo aullar como loba en celo,
so pena descubrir las caretas
y el deseo encajado en la garganta muda,
mientras que los colmillos penetran hasta el pensamiento.



Sueños al carbón

Llueven duendes esta noche de repente se ha vuelto oscura.
Y en mi vientre crece el dolor ajeno... y mío.
Intoxicado de transgresiones a la ingenuidad de un niño.

Con algodones o marshmallow, trampa histórica en claustros
una ingenuidad es violada en la iglesia o en el campo.

Afuera cunde el frío
cortante como vidrio
que traspasa la piel
hasta violarla
cual engendro maldito...
tío,
amigo,
cura,
disfrazado de oveja
el lobo vuelve donde la abuelita
a comerse a caperucita.

La niebla espesa recoge sus telares grises
en un intermezzo -¿dónde están sus hijos?-
el fantasma de la ópera aparece...a por ellos,
Se los traga y, como si nada.
Se va con su música a otra parte.

Llueve en mí... y dormida
a ritmo de tambores y atabales
sucumbo a las divinidades africanas
y el secreto se queda entre dos, tres...
o las veintiuna potencias. ¡Yo que sé!
Aquelarres de cuerpos sedientos (de comprensión). Muertos en vida.
Sexo desbordado en sus pieles transparentes
sábanas teñidas de sangre
mancha que no se quita... ni se olvida.

Luto vestido de rojo en la habitación
vacía de caricias. Se entrega a la fascinación
del holograma que lo enviste
una y otra vez y lo vuelve etéreo
ser alado... de otro mundo.
Gritos mudos
recorren la soledad de su piel
en los balcones de su irrealidad
el éxtasis le sube a la cabeza
como una cerveza del Caribe.

Témpanos de hielo se derriten
al fuego de sus sueños
de malvaviscos al carbón.


Como sicario abstracto…el dolor.



Vida, muerte y entre ellas el dolor… se mece la espera en reloj de arena que nada entre el filo que se desangra, para que los cuervos se adueñen de la casa. El dolor es navaja que se agita cuerpo adentro. El dolor es vidrio filoso incrustándose en la piel desnuda; es masaje sado-masoquista sin permiso ni reglas; pesadilla anunciada en crónicas de emergencias. Es un pelele de mil alfileres sutiles… es payaso de mueca simulada y juego lóbrego. Es una, dos, tres cajas de pastillas que lo adormecen; más no lo acaban. El dolor es como un rayo rojo que te parte en dos pedazos y te lanza al infierno. El dolor es negro y escurridizo; es un relámpago sin luz…una noche sin luna…un domingo sin sol. El dolor es un colado en la fiesta… un mal-educado que llega sin llamar. El dolor se viste de brillantes y se cree profeta en la tierra…es dueño de todo y nada. El dolor se esconde entre los huesos y sale sin pre-avisos. Es un ladrón de la vida. Empleado de la muerte… toca la puerta…insiste en que le abran, se adueña de tu casa-cuerpo: te pincha, te absorbe; te colma, te empapa… El dolor como sicario abstracto es muerte disfrazada de esperas.

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