“Cuando se remontan al
cielo
es cuando los ángeles
se nos revelan.”
ROBERT BROWNING
Definitivamente lavar no es uno de mis
talentos. Acabo de transformar de manera dramática una blusa que me fascinaba
usar. Ha cambiado de color perdiendo su gracia, su belleza. Grande fue mi
sorpresa ante tal hazaña. Puse en la máquina de lavar varias piezas de color
negro, entre ellas, pantalones, blusas y una bata de casa; pero además, una
blusa de varios colores, entre ellos el negro.
No agregué nada anormal, quiero decir, ningún
detergente fuera de lo común. Cuando vi mi delicada blusa sucumbir de un beige
con rayas negras amarillas a un gris me quise morir, porque ahora se ve vieja,
triste y fea.
Entiendo, finalmente, que lo mío no es la
lavada. Lo admito porque ya he tenido serias consideraciones sobre los
quehaceres del hogar.
A mí me gusta decorar, se me da muy bien porque
aplico todos mis conocimientos de la milenaria ciencia del Feng Shui y dejo el
hogar con un exquisito olor a canela y manzana a muy bajo precio, a saber:
hirviendo canela como te y dejando que el aroma se esparza. Por supuesto si el
dinero no es un problema prefiero comprar sendos velones de Apple and cinnamon[2],
y tendré olores para el año entero. Esto para el área de estar y la cocina
porque para el baño y la habitación recomiendo olores a jazmín y sándalo. Es
intimismo puro, huele a piel recién bañada.
Es preciso que el eros envuelva toda la
estancia... es vital, amigos, que el amor se irradie, se sienta en el hogar.
Todo es cuestión de ritos. Y para ello un olor embriagador seria el pachuli o
maderas orientales. Aquí si es preciso colocar si o si, velones encendidos
porque las cosas se hacen bien hechas o no se hacen; por lo tanto, y volviendo
al lavado: no volveré a intentar lavar nada, excepto, claro, las piezas íntimas
de diario uso.
¡Ah no!, pero no me vayan a arruinar... que
tengo otro talento en el hogar y este si es vital porque tiene que ver con la
supervivencia de la raza, con la salud y con el amor, y es Cocinar... si, puedo
decir a boca llena que soy una aspirante a chef frustrada.
Me encanta crear, ya ustedes lo saben. En la
cocina nunca hago una receta como me la explican. Añado, propongo algo nuevo o
quito. En fin que después de quemar muchos arroces, salar descaradamente toda
clase de carnes y vegetales, de hervir hasta el café... hoy, puedo decir que
cocino rico, y me encanta, de hecho.
¿Sabían que cocinar es un acto de amor?
¡Claro!, si se hace con respeto a los productos usados, a los comensales y con
el deseo de sacar una sonrisa en quien degusta los manjares simples o
complejos. Cocinar es otra de mis pasiones.
Qué estoy en esos días en que mi padre me decía
cuando era chica: -hablen por semanas- sí. Y esto es parte de lo bueno de
escribir. Escribir se hizo para aquellos que tenemos algo que decir. Puede ser
mucho, poco, pero siempre tenemos un mundo interior paralelo...con una o más
historias que bullen como el agua hirviendo, a punto de derramarse. Cuando no
es la letra de un poema; es el concepto para una investigación, un ensayo...
etc.
Escribir es crear o recrear mundos ficticios o
reales, propios o ajenos... es transformarlos como se talla una madera o se
pinta un lienzo, en los mejores colores y pinceladas de la retórica.
Y si no fuera por ese 'ángel del hogar'[3]
que, como decía (Virginia Woolf) “hay que matar”, que nos demanda a las mujeres
de unas tareas que, gracias a Dios, muchos hombres comparten y aceptan, estaríamos
revelando ángeles en vez de matarlos.
En este siglo todavía se está luchando por la
liberación real de prejuicios y sinrazones que mantienen a la mujer bajo
estricta vigilancia moral cuando exhibe cierta inteligencia y criterios de
pensamientos vanguardistas; mientras que al hombre se le celebran sus desmanes.
¡Cuánto entiendo a Virginia Woolf, a Simone Beauvoir entre otras!
Concluyendo: admito que no sé lavar, menos
planchar...ni coser o tejer, no soy el ideal de 'ama de casa'. No. Pero cocino
rico. Y lo más importante, tengo lo que tengo... no me toca a
mí decirlo pero entre otras cosas, mucho amor que dar y alguien que me dice
siempre, just the way you are* te amo.
Eliq.
12.19.2018
* (Tal como eres)
[3]Expresión que se le atribuye a Patmore, cuyo poema «The angel of the
house» exaltaba las cualidades de la mujer en tanto criatura doméstica
asexuada, sumisa, abnegada, llena de dulzura, pasiva contraparte del hombre y
solo definida en relación a él...como que el hombre debe ser complacido y
servido.
Fuente:
Patmore,
Coventry. «The Angel in the House». Coventry Patmore. Poems. PoemHunter.com,
2012. http://www.poemhunter.com/i/ebooks/pdf/coventry_patmore_2012_3.pdf
Woolf,
Virginia. The Death of the Moth: And Other Essays. London: Hogarth, 1981.
Impreso.
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